El capital invisible que mueve a la industria
Las relaciones se han convertido en un activo básico para las empresas industriales; más allá de maquinaria y procesos, su valor surge de las conexiones que crean alianzas, oportunidades de negocio y ventajas competitivas.
En muchas organizaciones, la atención se concentra en los activos tangibles que producen bienes y servicios: maquinaria, infraestructura y procesos que siguen siendo esenciales, pero no explican por sí solos el desempeño de una empresa en un mercado competitivo.
Victoria Madaí López Carranza, consultora del Corporativo Valdez Toro, señaló que los intangibles conforman una parte decisiva del valor de una compañía y suelen pasar inadvertidos en la gestión cotidiana.
“Estos activos incluyen marcas, patentes, modelos de operación, prácticas de innovación y redes de relaciones que fortalecen el posicionamiento de una compañía”, comentó.
Bienes reconocidos
Las Normas de Información Financiera, en su capítulo C-8, reconocen a los intangibles como bienes no monetarios sin sustancia física, que generan beneficios futuros y pueden ser controlados por la empresa.
Con base en este marco, la especialista identificó tres pilares: el capital humano, integrado por conocimientos y habilidades; el capital estructural, formado por procesos y sistemas que permiten competir, y el capital relacional, que agrupa las conexiones que la organización mantiene con su entorno.
El capital relacional, dijo, adquiere especial relevancia en la industria por su capacidad para abrir mercados, facilitar acuerdos y acelerar proyectos.
“Las relaciones con empresas, instituciones, organismos públicos y actores sociales amplían el alcance de la organización y permiten construir alianzas de alto impacto. Estas conexiones influyen en ámbitos económicos, políticos, ambientales y sociales, y se convierten en una red que sostiene decisiones estratégicas y nuevas oportunidades de negocio”, detalló.
Acciones con valor
En ese contexto, apuntó, las exposiciones, ferias y convenciones industriales se han transformado en espacios para crear valor más allá de las transacciones comerciales. Originalmente concebidos como vitrinas tecnológicas y puntos de encuentro entre proveedores y compradores, expuso, estos eventos hoy funcionan como plataformas donde se desarrollan acuerdos, colaboraciones y redes de apoyo que fortalecen a los sectores productivos.
“Las actividades sociales y recreativas que acompañan estos eventos también cumplen una función: propician interacciones que más tarde desembocan en proyectos, alianzas o accesos a recursos clave”, manifestó López Carranza.
El reto para la industria, además de producir mejor, es relacionarse mejor, recalcó, ya que el capital relacional se vuelve un activo que amplía las posibilidades de crecimiento y coloca a las empresas en ventaja en mercados que requieren de la cooperación para innovar.
Grupo Healy © Copyright Impresora y Editorial S.A. de C.V. Todos los derechos reservados