Mentores que encienden vocaciones
Entre circuitos, herramientas y jóvenes curiosos, los instructores de Ford Hermosillo descubren que enseñar también es aprender; en cada clase del Modelo Dual, comparten su experiencia con quienes comienzan a trazar su camino en la industria automotriz.

El Modelo Dual en Ford Hermosillo tiene el objetivo de formar a futuros técnicos, pero también la misión de transformar a quienes los guían; dentro de la planta, los instructores viven la enseñanza como un acto de confianza, paciencia y legado.
Cada circuito que arman los jóvenes, cada pregunta que lanzan, se convierte en una oportunidad para que sus mentores recuerden el valor de lo aprendido con los años.
“Me gusta mucho enseñar, compartir lo que sé. Y qué mejor que hacerlo con quienes vienen saliendo del capullo, buscando un Norte para su vida”, dijo Héctor Navarro Ibarra, técnico en mantenimiento del área de Ensamble Final e instructor desde la primera generación.
“Nosotros entrenamos a los compañeros de la planta en programación, neumática, robots… y cuando nos invitaron al proyecto, fue natural sumarnos. Es muy bonito ver cómo los muchachos se emocionan cuando logran prender un foco o hacer su primer circuito. Algunos hasta llegan a su casa a hacer instalaciones eléctricas”, contó entre risas.
Para Armando Villela, técnico de mantenimiento del área de Carrocerías, cada práctica es una pequeña victoria y esta experiencia deja huella en el futuro: “Lo que más me enorgullece es que me digan ‘Profe, gracias, lo está enseñando bien chilo’. Eso vale todo… Me gustaría que varios regresen a Ford ya como ingenieros, como nuestros supervisores. Eso sería lo máximo”.
Como Navarro, Luis Fernando Durazo, instructor del área de Pintura, también se describió emocionado con el reto de enseñar a una nueva generación: “Yo soy instructor certificado en seguridad, he capacitado a supervisores y compañeros, pero esto es nuevo. Es un reto muy bonito. Y lo mejor es que también aprendemos de ellos”.
Félix Gutiérrez, otro instructor también del área de Seguridad recordó los primeros días del curso, cuando los jóvenes llegaban tímidos, sin saber qué esperar del proyecto y la forma en que al paso de los días, comienzan a tener otra mentalidad y otras ideas: “Es un ganar-ganar, ellos aprenden de nosotros y nosotros de ellos”.
En el área de Carrocerías, Erick Salazar Moreno enseña robótica, una de las disciplinas más complejas del programa: “Cuando yo entré a Ford no sabía nada. Me tocó aprender a la antigua, preguntando por todos lados mientras hacíamos los carros. Yo no quiero que ellos batallen así”, mencionó.
Por eso, se esfuerza en que los jóvenes comprendan cada paso y practiquen con calma: “Aquí tenemos tiempo para enseñarles bien, resolver dudas. Y me sorprendieron: ponen mucha atención, se nota que tienen ganas de aprender”.
Cuando alguno de sus alumnos le agradece por lo enseñado, se siente bien, confesó, porque ese reconocimiento es prueba de que su trabajo sembró la semilla en alguien más.
Desde el área de Ingeniería, Jesús Manuel Limón lleva 16 años en la planta y ahora es parte del grupo de instructores; “Me da gusto que me hayan elegido. Enseñar lo que sé me llena. Empezamos desde cero, pero los muchachos van muy bien, son aplicados y están aprendiendo bastante”, resaltó.
Su reto, dijo, es que lleguen tan lejos como los propios técnicos que hoy los acompañan, porque el objetivo es que un día sean sus compañeros de trabajo, o bien, que estén bien preparados para cualquier industria.
Cada uno de estos mentores vive el programa como una forma de trascender; Navarro lo resumió en una palabra: “Reto”; Durazo eligió otra: “Logro”, y Salazar añadió una más: “Excelencia”, Villela dijo “Trabajo en equipo” y para Gutiérrez, su palabra fue “Ford”.
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