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Los besos surgieron millones de años antes de los humanos, según estudio

Una investigación sugiere que el contacto boca a boca tiene profundas raíces evolutivas en los primates, precediendo en millones de años a la humanidad moderna.

El acto de besarse, a menudo considerado una expresión exclusivamente humana, podría tener un origen ancestral que se remonta a más de 20 millones de años atrás, según un reporte retomado por Infobae. Nuevas investigaciones señalan que este comportamiento posee raíces evolutivas profundas en el linaje de los primates.

El rastro evolutivo en los primates

Aunque no deja fósiles, el comportamiento puede rastrearse estudiando a las especies vivas más cercanas al ser humano. Investigadores de la Universidad de Oxford en Inglaterra realizaron una exhaustiva revisión de décadas de estudios sobre el comportamiento de primates como chimpancés, bonobos, orangutanes y gorilas.

Utilizando modelos estadísticos y más de 10 millones de simulaciones, el equipo estimó la probabilidad de que los ancestros simios de estos animales practicaran el contacto boca a boca. Los resultados, publicados en la revista Evolution and Human Behavior, indican que es probable que un ancestro común de los simios actuales ya mantuviera este tipo de contacto hace entre 16.9 y 21.5 millones de años.

El dilema del beso: riesgos y beneficios

Matilda Brindle, bióloga evolutiva de Oxford y autora principal del estudio, describió el beso como un “dilema evolutivo”. Esto se debe a que, si bien conlleva riesgos evidentes —como la transmisión de gérmenes y enfermedades—, se ha mantenido a lo largo de la evolución.

Entre las especies de primates, el beso y comportamientos similares cumplen con múltiples propósitos que podrían explicar su persistencia:

  • Búsqueda y evaluación de posibles parejas.
  • Forma de juego previo.
  • Fortalecimiento de vínculos sociales.
  • Alivio de tensiones dentro del grupo.
  • Asistencia en la alimentación, donde los padres mastican previamente la comida para sus crías.

Brindle explicó que, a pesar de la fuerte señal evolutiva, el beso no es universal. Los primates son especies flexibles, y si un comportamiento deja de ser útil en un contexto específico —especialmente uno tan riesgoso—, puede perderse.

El contexto humano y las limitaciones del estudio

Los hallazgos respaldan la idea de que especies humanas extintas, como los neandertales, probablemente también practicaban el beso. Sin embargo, en el contexto de la humanidad moderna, el beso no es un universal cultural. Los registros escritos más antiguos, procedentes de la antigua Mesopotamia y Egipto, tienen unos 4.500 años, y un estudio de 2015 reveló que solo el 46% de la población humana lo practica.

Para Justin García, biólogo evolutivo del Instituto Kinsey de la Universidad de Indiana, esta investigación es un “ejemplo maravilloso de la interacción entre la naturaleza y la cultura”. El beso, señala, es a la vez biológico, por sus orígenes evolutivos, y cultural, por su variación entre diferentes sociedades.

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El equipo de Oxford enfatiza que su modelo sienta una base para futuras investigaciones, pero no puede determinar el propósito original del beso. Una limitación importante es que gran parte de los datos provienen de animales en cautiverio, por lo que se requiere obtener más información de primates en estado salvaje para comprender plenamente la evolución de este comportamiento.

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