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Truco casero para quitarle la acidez a la salsa y mejorar su sabor al instante

Descubre cómo un ingrediente común puede equilibrar el sabor de tus salsas, mejorando su digestibilidad sin alterar su esencia.

Truco casero para quitarle la acidez a la salsa y mejorar su sabor al instante

La salsa de tomate es un fundamento de la gastronomía mexicana, presente en una innumerable variedad de platillos. No obstante, su sabor ácido característico puede, en ocasiones, resultar intenso o generar molestias digestivas. Frente a esto, existe una solución sencilla y accesible reportada por medios como El Universal: el uso de bicarbonato de sodio para suavizar la acidez, preservando el carácter único de la salsa.

La química detrás del sabor: ¿Por qué el tomate es ácido?

El sabor ácido del tomate no es arbitrario; es el resultado de su composición natural, la cual incluye compuestos como el ácido cítrico y el ácido málico, según informa la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos. El bicarbonato de sodio, al ser una sustancia alcalina, actúa neutralizando químicamente estos ácidos. Esta reacción no solo modera la acidez en el paladar, sino que también contribuye a que la salsa sea más suave para el estómago.

¿Cómo aplicar el bicarbonato correctamente?: La clave para utilizar este método reside en la moderación. Se recomienda añadir una cantidad mínima —aproximadamente un cuarto de cucharadita por cada medio litro de salsa— durante los últimos minutos de cocción. Es crucial incorporarlo poco a poco, probando el sabor para evitar un exceso que podría generar un regusto amargo o jabonoso.

Truco casero para quitarle la acidez a la salsa y mejorar su sabor al instante | Foto: Especial (canva)

Más allá de la sal y el azúcar: Opciones para equilibrar sabores

Tradicionalmente, el azúcar y la sal han sido los recursos más comunes para contrarrestar la acidez de la salsa de tomate. Sin embargo, para las personas que buscan reducir su consumo de sodio o azúcares refinados, existen alternativas naturales.

Endulzantes como zanahorias ralladas o un trozo de pimiento rojo dulce, cocinados junto con la salsa, aportan una dulzura sutil y natural. Por otro lado, la incorporación de hierbas aromáticas frescas o secas, como la albahaca, el orégano o el tomillo, puede realzar los sabores y reducir la necesidad de una cantidad elevada de sal.

Un ingreso a la diversidad de salsas de tomate

La salsa de tomate básica es solo el punto de partida de un vasto universo de preparaciones. Más allá de la clásica versión, existen múltiples variantes que se adaptan a diferentes platillos y preferencias:

  • Salsa cruda o salsa fresca: Elaborada con tomates frescos picados, cebolla, cilantro y chile, sin cocción, ideal para tacos o antojitos.
  • Salsa cocida: La base para muchos guisos, moles y adobos, donde los tomates se asan o hierven para desarrollar un sabor más profundo.
  • Salsa de tomate italiana o “pomarola”: Suele incluir ajo, cebolla y hierbas como albahaca u orégano, y se cocina a fuego lento para concentrar su sabor.
  • Salsa barbacoa: Una versión más espesa y compleja que combina tomate con vinagre, especias y un toque dulce.
  • Salsa de tomate para pasta: De textura más líquida o espesa, es el acompañante esencial de pastas y pizzas.

Cada una de estas salsas puede presentar distintos niveles de acidez, por lo que el truco del bicarbonato puede ser aplicado de manera versátil según la necesidad.

El bicarbonato: Un aliado multiusos en la cocina

La utilidad del bicarbonato de sodio en la cocina se extiende mucho más allá de las salsas. En la repostería, funciona como un agente leudante cuando se combina con ingredientes ácidos (como suero de leche o vinagre), ayudando a que las masas de panques o galletas aumenten su volumen. Asimismo, añadir una pizca al agua de remojo o cocción de legumbres como los frijoles o los garbanzos puede reducir significativamente el tiempo para ablandarlos y mejorar su digestibilidad.

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Consideraciones para una mejor digestión

La acidez estomacal puede ser minimizada adoptando ciertos hábitos alimenticios. Estrategias como realizar comidas en porciones más pequeñas y frecuentes, evitar acostarse inmediatamente después de comer y reducir el consumo de alimentos que pueden irritar, como las frituras o las bebidas carbonatadas, son prácticas recomendadas. Gestionar los niveles de estrés también se identifica como un factor que puede influir positivamente en la salud digestiva.

La próxima vez que una salsa de tomate resulte demasiado ácida, el bicarbonato de sodio se presenta como una herramienta eficaz, que no añade calorías y actúa de inmediato, ofreciendo un equilibrio entre el sabor tradicional y el bienestar.

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