Cuánto tarda el cuerpo en adaptarse a climas opuestos, según especialistas
Especialistas explican los procesos de adaptación corporal y mental ante cambios drásticos de temperatura.

La posibilidad de trasladar la vida de una región a otra con condiciones ambientales opuestas es una realidad que diversas poblaciones contemplan, ya sea por motivos laborales, personales o, cada vez más, como una respuesta anticipada a los efectos del cambio climático. Este fenómeno plantea una interrogante fundamental: ¿cuál es el plazo necesario para que el organismo se adapte a un clima radicalmente distinto y existen estrategias para facilitar esta transición?
Expertos en fisiología y bienestar, retomado por Infobae, analizan los mecanismos que entran en juego cuando una persona se expone a un medio térmico nuevo.
La aclimatación fisiológica: Un proceso complejo y específico
De acuerdo con Ollie Jay, Director del Centro de Investigación sobre Calor y Salud de la Universidad de Sídney, el concepto de “aclimatación” se refiere al proceso de adaptación del cuerpo a su entorno. El académico distingue dos modalidades primarias de adaptación: la fisiológica y la conductual.
En lo que respecta a la adaptación fisiológica, el profesor Jay señala que el organismo humano posee una capacidad notable para ajustarse cuando se enfrenta a un estrés térmico significativo. “Cuando uno se aclimata fisiológicamente al calor, su temperatura corporal en reposo baja”, explica.
Este descenso en la temperatura basal aleja al cuerpo de los umbrales que pueden resultar perjudiciales para la salud. “Estas respuestas adaptativas son muy eficaces para brindar protección fisiológica contra el calor”, asegura.
No obstante, el especialista enfatiza que el estímulo necesario para desencadenar estas protecciones es de una intensidad considerable. “El estímulo requerido para inducir estas adaptaciones es en realidad bastante severo”, aclara. Incluso en regiones con climas muy cálidos, si la actividad física vigorosa no forma parte de la rutina laboral o diaria, es improbable que una persona alcance el nivel de exposición necesario.

Para ilustrar el punto, el profesor Jay menciona un estudio de aclimatación al calor en el que los participantes realizaron ejercicio de intensidad moderada a vigorosa en un ambiente de 45 grados Celsius con alta humedad, durante períodos de 90 minutos a dos horas, a lo largo de siete a diez días consecutivos.
Un error común, según el Dr. Jay, es subestimar la dificultad de este proceso o atribuirlo predominantemente a factores genéticos o al origen geográfico. Además, existe un límite en los beneficios que se pueden obtener. “No es que sigas adaptándote indefinidamente, sino que llegas a una meseta”, precisa. Asimismo, esta adaptación no es permanente; si la exposición al calor cesa, el efecto protector “comenzará a decaer en cuestión de días”.
La adaptación conductual: Los “trucos del oficio” para el confrontamiento ambiental
Frente a los desafíos de la adaptación fisiológica, las adaptaciones conductuales emergen como herramientas cruciales. El profesor Jay las describe como las “formas en que respondemos a un entorno” o los “trucos del oficio”. Relata su experiencia personal durante un invierno en Ottawa, Canadá, que califica como “absolutamente miserable” inicialmente, debido al desconocimiento de las estrategias para mantenerse caliente y enfrentar los riesgos del frío. Con el tiempo, al adquirir ese conocimiento, la situación se volvió manejable.
Esta adaptación del comportamiento puede derivarse de la experiencia individual directa o de prácticas y saberes culturales acumulados. Tras una mudanza significativa, estos ajustes “se producirán con relativa rapidez en el transcurso de unas pocas semanas”.
Un aspecto fascinante que destaca el experto es la disociación entre la sensación térmica y el riesgo real de estrés por calor. Nuestra “percepción térmica” es un factor independiente.
El modelo de confort térmico adaptativo sugiere que “la temperatura a la que te sientes incómodamente cálido está influenciada por un promedio móvil de los 10 días anteriores a los que has estado expuesto”. Esto significa que nuestra tolerancia subjetiva se moldea según la experiencia reciente.
Estrategias prácticas para facilitar la transición climática
Para quienes se han reubicado en una zona de mayor temperatura, Harry Brown, investigador postdoctoral en el mismo Centro de la Universidad de Sídney, recomienda una serie de cambios conductuales. “Es importante mantenerse hidratado, buscar sombra cuando sea necesario y usar la cantidad adecuada de capas”, afirma el Dr. Brown, quien completó un doctorado sobre aclimatación estacional al calor.
Ser consciente de la carga adicional que el calor impone al cuerpo también constituye una ventaja. En contraste, mudarse de un clima cálido a uno frío podría considerarse un ajuste menos complejo desde una perspectiva fisiológica, ya que implica modificaciones conductuales más directas, como incorporar prendas adicionales.
“Hay algunas pruebas de que nuestra respuesta adaptativa al frío es mucho más conductual que fisiológica”, corrobora el profesor Jay.
La dimensión emocional y social de la adaptación
Sayaka Sayeed, consejera profesional con experiencia en procesos de migración, subraya que una mudanza importante “puede provocar mucha ansiedad, pero también ser emocionante”. Desde su perspectiva, residente en Sídney, establecer una nueva vida requiere un periodo de ajuste integral. A ella le toma entre tres y seis meses “tener todo lo básico bajo control y descubrir mi nueva rutina”.
Sin embargo, el proceso completo de adaptación es más extenso. “El primer año entero consiste en adaptarse a un nuevo entorno, un nuevo lugar, encontrar tu nueva comunidad y descubrir cómo será tu nueva vida en un sitio diferente”, comenta.
Sayeed recalca la importancia de reconocer que una gran mudanza “es también una gran adaptación emocional y sensorial… [por lo que] es un movimiento tanto psicológico como fisiológico”.
Por ello, si surgen dificultades tras un cambio de este tipo, concentrarse en la conexión social puede ser de gran ayuda.
Para quienes llegan a una localidad completamente nueva, inscribirse en clases y actividades grupales puede ser una estrategia efectiva para construir una red de apoyo. La experta también sugiere mantener las rutinas y rituales del estilo de vida anterior en la medida de lo posible.
Por ejemplo, las rutinas habituales de la mañana y la noche “pueden darte una sensación de comodidad cuando todo es bastante nuevo”.
Ante la soledad, un desafío frecuente en estos procesos, Sayeed recomienda recordar que “aún puedes recurrir al apoyo de tu lugar anterior”. Mantener el contacto con la red de apoyo previa, mediante llamadas en momentos de dificultad, es un recurso válido y beneficial para navegar la transición.
La adaptación, en conclusión, es un proceso multifacético que trasciende lo meramente corporal para abarcar la esfera de los hábitos, las emociones y los vínculos sociales.
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