¿Por qué las almohadas se ponen amarillas? Causas y recomendaciones para mantenerlas limpias
Las almohadas pueden adquirir una tonalidad amarilla con el tiempo debido a varios factores relacionados con el uso diario y el contacto con sustancias naturales del cuerpo.

Las almohadas pueden adquirir una tonalidad amarilla con el tiempo debido a varios factores relacionados con el uso diario y el contacto con sustancias naturales del cuerpo. Conocer las razones y cómo prevenirlo es fundamental para mantener una buena higiene y prolongar la vida útil de este elemento esencial en el descanso.
Las almohadas se vuelven amarillas principalmente por la acumulación de sudor, aceites corporales, células muertas de la piel y saliva. Según la Academia Americana de Dermatología (AAD), la piel humana produce constantemente aceites naturales que pueden transferirse a la ropa de cama durante el sueño. Además, el sudor que liberamos por la noche contiene sales y otras sustancias que, al combinarse con la humedad, pueden causar manchas.
Estas manchas no sólo alteran la apariencia de la almohada, sino que también pueden ser un caldo de cultivo para bacterias y hongos si no se limpian adecuadamente, afectando la calidad del descanso y la salud de la piel.
Factores que contribuyen a la decoloración
- Sudor y aceites naturales: Como explica la Mayo Clinic, el sudor contiene urea, ácido láctico y sales que, al secarse, dejan residuos amarillentos en las fibras textiles.
- Saliva y secreciones: Durante el sueño es común que pequeñas cantidades de saliva o moco entren en contacto con la almohada, lo que puede provocar manchas que con el tiempo se vuelven amarillas.
- Productos para el cabello y la piel: Cremas, aceites y otros productos que aplicamos antes de dormir también pueden transferirse a la almohada, contribuyendo a las manchas.
- Edad y calidad del material: Las almohadas más viejas o de menor calidad suelen absorber más fácilmente estos líquidos, facilitando la aparición de manchas.

Cómo prevenir y eliminar las manchas amarillas
La mejor forma de evitar que las almohadas se pongan amarillas es mantener una rutina adecuada de limpieza y cuidado. La Fundación Nacional del Sueño (NSF, por sus siglas en inglés) recomienda:
- Usar fundas protectoras: Colocar fundas lavables y resistentes a la humedad que se puedan limpiar regularmente.
- Lavar las almohadas periódicamente: Según el tipo de almohada, muchas pueden lavarse a máquina cada 3 a 6 meses para eliminar residuos acumulados.
- Ventilar y secar bien: Mantener las almohadas en un ambiente seco y ventilado para evitar la humedad, que favorece el crecimiento de microorganismos.
- Cambiar almohadas con regularidad: La NSF sugiere renovar las almohadas cada 1 a 2 años para asegurar higiene y soporte adecuado.
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Impacto en la salud
Las manchas amarillas en las almohadas no sólo afectan la estética, sino que pueden estar asociadas a alergias y problemas respiratorios. De acuerdo con el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID), la acumulación de polvo, sudor y bacterias en la ropa de cama puede desencadenar reacciones alérgicas y exacerbar condiciones como el asma.
Por ello, mantener limpias las almohadas es un aspecto clave para un ambiente de descanso saludable.
Las almohadas se ponen amarillas debido a la acumulación de sudor, aceites, saliva y otros residuos naturales del cuerpo que, al combinarse con la humedad, generan manchas difíciles de eliminar si no se actúa a tiempo. Adoptar buenos hábitos de higiene, usar fundas protectoras y lavar las almohadas regularmente son medidas esenciales para conservar su apariencia y evitar posibles problemas de salud.
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