Elicitación, la vacuna ante el cambio climático
Para preparar a los cultivos ante los efectos negativos de este fenómeno, investigadora española propone técnica con compuestos naturales para fortalecer plantas, aumentar la calidad del fruto y reducir el uso de químicos.

La aplicación de compuestos naturales durante la etapa de precosecha está ganando terreno como una alternativa segura y sostenible frente a los desafíos del cambio climático, las plagas y el estrés ambiental en la agricultura.
Este método conocido como elicitación, que funciona como una vacuna, permite activar el sistema de defensa interna de las plantas sin alterar su genética ni utilizar agroquímicos agresivos, detalló María Emma García Pastor, quien realizó una estancia en el Departamento de Investigación y Posgrado en Alimentos (DIPA) de la Universidad de Sonora.
La especialista en Fisiología Vegetal de la Universidad Miguel Hernández de Elche, España ha trabajado esta técnica en diversos cultivos.
“Elicitar es conseguir que un cultivo tenga mayor tolerancia o resistencia ante ciertos estreses, como la sequía o contaminantes. Al hacerlo, la planta activa todos sus sistemas de defensa y antioxidantes, lo que da como resultado un producto más resistente y de mayor valor nutritivo”, explicó la investigadora.
Preparar, no modificar
La técnica de elicitación consiste en aplicar hormonas vegetales o reguladores naturales de crecimiento durante la etapa de precosecha.
Tales sustancias, conocidas como elicitores, inducen una respuesta defensiva en la planta como si enfrentara una amenaza real, pero sin causar daño, mecanismo que refuerza su tolerancia frente a condiciones adversas.
“Es una estrategia muy similar a como funcionan las vacunas en los humanos: no eliminan el riesgo, pero preparan al organismo para enfrentarlo”, explicó; “en este caso, la planta queda lista para resistir sin necesidad de aplicar pesticidas o modificar su estructura genética”.
Los elicitores utilizados son compuestos de origen natural como el ácido salicílico, melatonina, poliaminas, jasmonato de metilo, brassinoesteroides y ácido oxálico, todos aplicados en concentraciones muy bajas en los frutos, por lo que son seguros para el medio ambiente y la salud humana.
Más calidad y vida útil
La experta ha desarrollado investigaciones con cultivos de granada, uva de mesa y pimiento en los que se ha observado un mejor cuajado del fruto, aumento en compuestos bioactivos y antioxidantes, así como una menor incidencia de enfermedades o pudriciones.
Uno de los beneficios más relevantes, refirió, es la extensión de la vida útil de los productos durante la postcosecha y su transporte.
Esta línea de investigación, añadió, está directamente alineada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) impulsados por la ONU, especialmente en los rubros de seguridad alimentaria, salud, producción responsable y acción climática.
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