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Cómo identificar el agotamiento emocional (y no confundirlo con flojera)

Sentirte sin energía todo el tiempo no siempre es falta de ganas: puede ser un mensaje del cuerpo y la mente de que algo necesita atención.

Cómo identificar el agotamiento emocional (y no confundirlo con flojera)

Hay días en los que no dan ganas de hacer nada, y eso puede ser normal. Pero cuando ese cansancio se vuelve constante, afecta tu concentración, tu ánimo y hasta tu forma de relacionarte, es momento de preguntarte si lo que sientes realmente es flojera… o algo más profundo.

Lo que muchas personas llaman “pereza” a veces es, en realidad, agotamiento emocional: una sobrecarga interna causada por el estrés acumulado, la presión constante o la falta de descanso emocional y mental.

¿Qué es el agotamiento emocional?

El agotamiento emocional ocurre cuando el cuerpo y la mente llegan a su límite. No solo te sientes cansado físicamente, también pierdes motivación, disfrute e incluso la capacidad de reaccionar con claridad ante situaciones cotidianas.

Puede surgir por situaciones laborales, familiares, personales o incluso por el desgaste de cuidar a otros, como suele pasar con quienes se encargan del hogar, niños o personas enfermas.

¿Cómo se diferencia de la flojera?

La flojera suele ser pasajera. Es normal no tener ganas un día, querer quedarse en cama o posponer tareas. El cuerpo y la mente también piden pausas.

El agotamiento emocional, en cambio:

Dura varios días o semanas.

• No se resuelve durmiendo una noche bien.

• Viene acompañado de otros síntomas como irritabilidad, apatía o sensación de estar “vacío”.

• Afecta tu capacidad para tomar decisiones o resolver cosas simples.

• Puede hacerte sentir culpable por no rendir, aunque estés haciendo un esfuerzo enorme por solo mantenerte a flote.

Señales comunes de agotamiento emocional

• Te levantas sin energía, incluso después de dormir.

• Tareas que antes hacías con facilidad ahora te abruman.

• Te cuesta concentrarte o recordar cosas.

• Te irritas fácilmente o te sientes emocionalmente “plano”.

• Te aíslas o evitas hablar con personas.

• Te cuesta disfrutar lo que antes te gustaba.

• Sientes que todo lo que haces es insuficiente.

¿Qué puedes hacer si te identificas con esto?

1. Ponle nombre a lo que sientes. No es flojera. Es agotamiento. Reconocerlo es el primer paso para tratarlo con compasión, no con culpa.

2. Haz pausas reales. No solo dormir: también desconectarte del celular, decir que no, y darte espacios sin exigencias.

3. Busca apoyo. Habla con alguien de confianza o acude a orientación psicológica. No tienes que cargarlo todo solo.

4. Baja la exigencia. No se trata de dejarlo todo, sino de no seguir presionándote cuando estás al límite.

5. Cuida lo básico: comer bien, hidratarte, moverte un poco, respirar. Lo mínimo también cuenta.

Lo que a veces parece flojera es en realidad una forma en que el cuerpo y la mente dicen “ya no puedo más”. Escucharte sin juzgarte puede marcar la diferencia entre seguir arrastrando el cansancio o empezar a recuperarte con calma y cuidado.

¿Y tú? ¿Cuándo fue la última vez que descansaste sin sentir culpa?

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