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¿Son buenos los embutidos? Lo que debes saber antes de llenar tu refrigerador

Los embutidos son productos cárnicos procesados elaborados con carne picada, grasa, sal, especias y, en muchos casos, conservadores.

¿Son buenos los embutidos? Lo que debes saber antes de llenar tu refrigerador

El jamón, el chorizo, la salchicha o la mortadela son parte del día a día en muchas cocinas. Ya sea en un desayuno rápido, como botana para una reunión o en una tabla de carnes frías, los embutidos están presentes en la gastronomía mundial. Sin embargo, su popularidad no está exenta de debate: ¿son un aliado práctico o un riesgo silencioso para la salud?

¿Qué son exactamente los embutidos?

Los embutidos son productos cárnicos procesados elaborados con carne picada, grasa, sal, especias y, en muchos casos, conservadores. Se introducen en envolturas naturales o sintéticas y se clasifican según su preparación en frescos, cocidos, curados o ahumados.

Detrás de su sabor intenso y su textura agradable, estos alimentos encierran una combinación de componentes que pueden tener efectos tanto positivos como negativos en el cuerpo.

Lo bueno: proteínas, hierro y vitaminas

Desde una perspectiva nutricional, los embutidos contienen proteínas completas, fundamentales para el desarrollo y la recuperación muscular. También aportan vitaminas del grupo B, hierro y zinc, nutrientes esenciales para mantener niveles adecuados de energía y fortalecer el sistema inmunológico.

Esto explica por qué, en ciertas dietas como las de deportistas, los embutidos aparecen ocasionalmente como fuente rápida de proteína.

Lo no tan bueno: grasa, sodio y frecuencia

No obstante, no todo lo que ofrecen es beneficioso. Muchos embutidos industriales tienen un alto contenido en grasas saturadas y sodio, dos ingredientes que, si se consumen con frecuencia, pueden afectar la salud cardiovascular. Además, algunos productos contienen aditivos y conservadores que podrían tener un impacto negativo si se consumen en exceso.

La clave está en el equilibrio: no se trata de eliminarlos por completo, sino de saber cómo y cuándo consumirlos.

¿Cómo incluirlos de forma responsable?

  • Elige versiones magras: hay embutidos con menor cantidad de grasa y sal. Revisa las etiquetas y busca los que tengan menos aditivos.
  • Sirve porciones pequeñas: lo ideal es consumirlos como aperitivo o en pequeñas cantidades, no como plato principal.
  • Acompáñalos con alimentos frescos: combínalos con verduras, frutas, frutos secos o pan integral para crear un contraste saludable.
  • Evita la rutina diaria: procura que no se conviertan en un alimento recurrente en tus comidas principales.

¿Entonces, se pueden comer?

Sí, pero con moderación. Los embutidos pueden formar parte de una dieta balanceada si se consumen con conciencia. No es necesario desterrarlos, pero sí conviene entender qué contienen y cómo impactan en el cuerpo.

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Disfrutar de una rebanada de jamón o una pieza de chorizo de vez en cuando no es el problema. El exceso, como en casi todo en la alimentación, es lo que puede traer consecuencias. Comer con inteligencia también es saber cuándo decir “solo una porción”.

Con información de Gourmet de México.

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