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Los efectos de consumir demasiada sal en el organismo

Cuando consumimos alimentos salados, nuestro cuerpo reacciona sintiendo sed.

Imagen ilustrativa de un recipiente con sal generado por IA.

La sal juega un papel fundamental en la elaboración del jamón al deshidratar los tejidos del cerdo, previniendo así la proliferación de bacterias y hongos. Este proceso, conocido como curado, es crucial para conservar la carne y mantener su sabor y textura característicos.

El principio detrás de este proceso es la ósmosis, un fenómeno donde el agua se mueve a través de las membranas celulares hacia áreas con mayor concentración de sal. Este mismo fenómeno explica por qué un pepino en salmuera se encoge o por qué las hojas de lechuga marchitas recuperan su frescura al ser mojadas.

¿Por qué nos da sed la comida salada?

Cuando consumimos alimentos salados, nuestro cuerpo reacciona sintiendo sed. Esto sucede porque el organismo necesita equilibrar los niveles de agua y sal, un proceso vital para varias funciones corporales. El sodio y el cloro, componentes principales de la sal de mesa, son esenciales, pero en exceso pueden causar problemas.

Consecuencias del Exceso de Sal

  • Hipertensión: El sodio aumenta la retención de líquidos, incrementando el volumen de sangre y la presión arterial, lo que puede derivar en ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares.
  • Daño renal: Los riñones, encargados de filtrar el exceso de sodio, pueden sobrecargarse y funcionar mal, llevando a enfermedades renales.
  • Retención de líquidos: Produce hinchazón, especialmente en las extremidades y el abdomen.
  • Desequilibrio de electrolitos: Afecta el sistema nervioso, los músculos y el corazón, debido a la importancia de los electrolitos como sodio, cloruro, potasio, calcio y magnesio en diversas funciones corporales.

La Importancia de la Moderación

Es crucial consumir sal con moderación para evitar estos problemas de salud. Mantener un equilibrio adecuado de sal en la dieta es esencial para el buen funcionamiento del organismo. Así que recuerda: ¡la sal siempre en su justa medida!

Artículo original publicado en The Conversation

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