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Tener un gato en casa puede duplicar la posibilidad de desarrollar esquizofrenia

Un parásito, que se infiltra en el sistema nervioso, es transportado por gatos, y ello podría estar detrás de varios casos de esquizofrenia

Según un estudio reciente del Centro de Salud Mental de Queensland en Australia, ser propietario de un gato podría aumentar el riesgo de desarrollar esquizofrenia. El autor principal del estudio, el Dr. John McGrath, señaló que estos hallazgos respaldan una asociación entre la exposición a gatos y un mayor riesgo de trastornos mentales.

Los investigadores australianos analizaron 17 estudios realizados en 11 países diferentes durante más de cuatro décadas. Los resultados, publicados en la revista Schizophrenia Bulletin, sugieren que aquellos que tuvieron gatos antes de los 25 años tenían hasta el doble de posibilidades de padecer esta condición y otras enfermedades relacionadas.

Consecuencias potenciales

La esquizofrenia es un trastorno mental grave que se caracteriza por alucinaciones, delirios y pensamiento desorganizado, lo que puede afectar significativamente la vida diaria de quienes la padecen y a quienes los rodean.

Varios de los estudios analizados vincularon específicamente al Toxoplasma gondii (T. gondii), también conocido como el “parásito de las heces de gato”, con un mayor riesgo de enfermedades mentales, incluida la esquizofrenia, entre los dueños de gatos.

El T. gondii, que a menudo se transmite entre gatos a través de heces y huevos infectados, se encuentra comúnmente en gatos en todo el mundo y puede transmitirse a otros mamíferos, incluidos los humanos, además de que puede infectar a cualquier otra especie de sangre caliente.

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Si bien la mayoría de las personas infectadas con T. gondii no desarrollan síntomas, la infección puede causar problemas graves de salud, como síntomas similares a la gripe, daño cerebral e incluso la muerte. El parásito también se puede encontrar en carne poco cocida y frutas y verduras sin lavar. El contacto con T. gondii también se ha relacionado con defectos de nacimiento, adicción y trastorno obsesivo-compulsivo.

McGrath también destacó la importancia de llevar a cabo más estudios de alta calidad con muestras grandes y representativas para comprender mejor esta asociación, “un factor modificador de riesgo potencial para los trastornos mentales”.

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