"Hago arte y entreno artistas, no soy comercial"
El director y productor teatral radicado en Veracruz es ganador, en el área de las Bellas Artes, del Premio Nacional de Arte y Literatura 2019.
CIUDAD DE MÉXICO.- Abraham Oceransky Quintero (Ciudad de México, 4 de diciembre, 1943) guarda en su memoria una película que miró de niño, era acerca de un hombre que sembraba semillas de manzana, cuyos árboles se volvieron vitales para la comunidad. No lo dice, pero deja entrever que se asume como un sembrador cuyos árboles son las obras de teatro, los espacios y los cientos de artistas que ha formado a lo largo de su trayectoria, un legado vivo que ha cambiado a las comunidades con las que se ha comprometido.
El director y productor teatral radicado en Veracruz es ganador, en el área de las Bellas Artes, del Premio Nacional de Arte y Literatura 2019, el reconocimiento a los artistas y creadores que con sus producciones o trabajos docentes, de investigación y/o de divulgación han contribuido a enriquecer el patrimonio cultural del país, que concede el gobierno de México a través de la Secretaría de Cultura, y que se otorga también en los campos de Lingüística y Literatura; Ciencias Sociales, y Filosofía; y Artes y Tradiciones Populares.
Se reconocen sus significativas contribuciones a la construcción y renovación de recintos teatrales en el país; su labor como formador de artistas, tanto nacionales como extranjeros, en todas las ramas de las artes escénicas; las más de 100 obras que ha producido y dirigido; además de numerosos programas de televisión y su contundente trayectoria como dramaturgo. Oceransky es, para muchos, un gran maestro, y es, para casi todos lo que lo conocen, un tipazo.
En entrevista con EL UNIVERSAL, vía telefónica desde Veracruz, Oceransky habla acerca de su quehacer, de la importancia del arte y de la cultura para una sociedad, y lo difícil que ha sido cerrar espacios a lo largo de su vida, el último fue Teatro La Libertad, en Xalapa, que cerró tras casi 10 años de existencia; pero ha creado otros que siguen vitales, como El Galeón, que hoy lleva su nombre y que nació de su audacia por hacer de una bodega un espacio para el arte.
El año pasado fue muy complicado para usted.
Lo fue y seguimos esperando que las cosas mejoren, tenemos esperanzas y se ha renovado la idea de que vienen tiempos mejores, esperemos que haya cosas muy importantes. Lo que me está pasando a mí es muestra de que las puertas se están abriendo. Creo que se están empezando a ver los cambios, que se está acabando con la corrupción, las cosas parecen más claras. Poco a poco está empezando un nuevo sistema y se están cambiando las cosas, todos los inicios cuestan trabajo, es momento de cultivar, de sembrar, de esperar los buenos frutos.
El Teatro El Galeón fue rebautizado con su nombre y al mismo tiempo cerro su teatro en Veracruz, esta dualidad entre el reconocimiento y la incertidumbre es una situación que han vivido muchos artistas. Hoy tiene esperanza, ¿pero sigue la batalla por la recuperación de espacios?
Sí, siempre he buscado ser independiente, pero no del país, es decir, muchos se dicen independientes y se mueven a nivel comercial, yo no soy un artista comercial, no tengo esa personalidad, soy un artista que se dedica a hacer arte, a entrenar artistas, a sembrar posibilidades en los artistas para que perpetúen los trabajos de calidad, no formo artistas que dependen de la chamba, son artistas que buscan los caminos más altos de la vida para que su trabajo artístico tenga un valor humano y un valor social.
Este terreno es muy difícil porque se suele pensar que los artistas son gente que siempre anda buscando trabajo y que nunca tienen, de modo que lo que tenemos que hacer es que haya más teatros que se formulen con los artistas, con los gobiernos, con los municipios, y se pueden hacer cosas muy interesantes en una mutua responsabilidad. Yo siempre he buscado ese trabajo mutuo, muchas veces no lo logro y por eso he tenido que cerrar teatros, he cerrado tantos teatros que ya no sé cuántos llevo, es realmente muy difícil hacer entender que no es un problema de negocios, sino un problema de necesidad para la sociedad; un teatro hace mejor a la gente, forma vínculos, forma la paz, un teatro no es una iglesia, no es una beneficencia, nosotros no queremos vivir del gobierno, nosotros queremos contribuir a la sociedad porque el arte y la cultura ayudan a que la gente sean más felices. En mi caso, he buscado la forma independiente, no he obligado al gobierno a que me mantenga, pero tampoco he dado al pueblo cualquier cosa con tal de sobrevivir, muchos lo hacen, hacen cualquier espectáculo para que entre dinero. Los lugares que yo fomento son lugares en donde está lo mejor. Muchas veces he perdido espacios por falta de dinero o porque se me acaba la renta, pero sigo pensando que el arte mejora la relación de los seres humanos y nos ayuda a entender nuestra propia vida. Se cerró La libertad, pero ahorita estoy rentando una casa, hace unos meses nos robaron, pero ya tenemos un lugar, me falta para pagar la renta y seguir dando anhelo y seguir dando al mundo lo que sé hacer, si tenemos pues está bien y si no, pues ni modo, pero yo no puedo vivir sin un teatro porque tengo gente que sigue lo que hago, que quieren tomar clases, yo quiero darles no sólo el entrenamiento escénico, también el entrenamiento para resistir a un mundo difícil y seguir siendo honesto.
Usted, ha dicho, no forma intérpretes, forma artistas. ¿Sus alumnos son sus mejores semillas?
Cuando Francisco Toledo vivía tuvo la posibilidad de generar espacios, lugares para que la gente pudiera trabajar, hizo grandes cosas y amo este tipo de pensamiento, gente así ha dejado un gran legado. Yo, en cambio, no puedo dejar cosas físicas, lo mío es intangible, es la mística de dejar en este mundo a mejores artistas, mejores personas. Soy un hombre austero que no ha querido ni ha podido tener la oportunidad de vivir la opulencia, soy sólo un hombre que se mantiene en el camino y apoya como un puente para que la gente cruce el río, y espero que del otro lado del río haya más oportunidades. El arte no sirve para entretener a la gente, sirve para darle herramientas espirituales, políticas, sociales, para que sus vidas sean más importantes.
Ahora mismo hay muchas artistas que demandan más presupuesto, más apoyos, ¿son demandas legítimas?
Claro que lo son. Los artistas no tenemos seguridad social, no tenemos prestaciones excepto los que están en sindicatos, los demás no tenemos nada y somos la mayoría, de modo que te quedan dos caminos: o eres un artista comercial, o tienes como mística el trabajar para tus comunidades. Hay diferencias muy grandes entre uno y otro que no tienen que ver con el talento, sino con una forma política que empezó hace muchos años, cuando se pensaba en el artista como un bufón. Hay parámetros que tenemos que cambiar, hay que cambiar legislaciones, hay que incluir a los artistas en los programas, pero sin burocratizarlos. Se tiene que entender que los artistas somos un bien nacional, somos un bien intangible, somos necesarios, no somos un mal. Hay artistas que hacen lo comercial porque no hay de otra, pero si le das la oportunidad de hacer lo que quieren entonces pasarían otras cosas, yo me ubico en los segundos, he hecho lo que he querido. Por eso los artistas pedimos más apoyos, para no tener que andar buscando la chuleta y sobrevivir.