Helados para los peques
Pocos alimentos despiertan tanto amor entre las personas como los helados, pues su versatilidad de sabores y su efecto refrescante, los hacen irresistibles.
Si buscas de actividades sencillas para hacer en casa con los niños, te tenemos la respuesta: ¡Elaboren sus propios helados! Las vacaciones de verano son el momento ideal, y Mauricio Villavicencio y Dulce María Pérez, fundadores de Glacé Helados, lo saben.
Por eso, durante cuatro años han sido expertos en sabores como churro, jengibre, café, caramelo, matcha, flor de jamaica, entre otros, y una visita a sus heladerías será sin duda el pretexto para poner manos a la obra.
¿Ya te antojamos?
Toma en cuenta las bases de su preparación y planea con anticipación la actividad, pues te llevará más de 12 horas tener un helado de calidad. Escojan sus películas favoritas y hagan la espera divertida: te aseguramos que valdrá la pena.
¿Por dónde comenzar?
Para comprender el misterioso mundo de los helados debemos comenzar por lo más importante: la textura. A diferencia de otras preparaciones congeladas como las paletas y los raspados, el helado tiene esa textura gracias al tamaño de sus cristales de hielo.
Cuando el agua se congela, se van formando grandes cristales de hielo que son perceptibles para el ojo humano y para el paladar.
Las paletas, por ejemplo, tienen cristales grandes que hacen que puedan morderse sin problemas. En un raspado, los cristales se hacen chiquitos cuando se raspa el hielo, pero son lo suficientemente grandes para que se sientan en la boca.
Los cristales de hielo de los helados funcionan diferente: El truco está en batir la mezcla mientras se está congelando, para que los cristales grandes no puedan formarse. Durante este proceso, los cristales se forman en tamaños tan pequeñitos que no se distinguen a simple vista ni en la boca, logrando la deseable textura del helado.
Entonces, ¿cómo se hace? La magia radica en la temperatura. La mezcla se congela con la ayuda de hielo y sal (para que el hielo alcance una temperatura menor a los 0 ºC), y pueda así congelar la mezcla de helado.
Algunas heladerías utilizan máquinas especiales que no necesitan hielo ni sal, sino que funcionan con energía eléctrica que enfría la mezcla y la bate automáticamente. Sin embargo, muchas heladerías aún emplean el método tradicional, que consiste en un bote de madera lleno de hielo con sal, en donde se coloca un bote de aluminio con la mezcla del helado.
El heladero, entonces, se encarga de hacer girar y girar el bote interior hasta que el helado adquiera una textura sólida. Ojo: si decides emplear este método, el trabajo será arduo pues el movimiento debe ser continuo para que se formen los cristales pequeñitos.
Una manera práctica para hacer helado en casa es emplear un bote grande, puede ser una cubeta, e introducir una olla, de preferencia de aluminio, dentro de él.
Después, deberán llenar el espacio entre el bote y la olla con hielo frappé y sal de grano, pero: ¡aguas!, sin que éstos caigan al interior de la olla. Luego, viertan la mezcla de helado en la olla y háganla girar insertando una pala de madera en la asa de la olla (como una palanquita), durante 40 minutos o hasta obtener una textura de helado.
Retiren el helado, cúbranlo y refrigeren durante, al menos, seis horas más. ¿Y la mezcla? La mezcla de un helado es diferente a la de una nieve, pero la técnica es la misma.
La diferencia es que la nieve está hecha de agua, azúcar y alguna fruta, mientras que el helado es más complejo. Para hacer un helado de vainilla: bate tres yemas con 80 g de azúcar hasta que estén tersas.
Por otro lado, hierve 600 ml de leche con 80 g de azúcar, 130 ml de crema y 1 cdita de esencia de vainilla. Ahora, mezcla las dos preparaciones y cuece otra vez hasta espesar. Deja enfriar y emplea el movimiento de bate-que-bate para obtener un delicioso helado.