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La ciudad jardín y su reloj de flores, un imperdible de Viña del Mar

La ciudad jardín y su reloj de flores, un imperdible de Viña del Mar

Viña del Mar, la llamada 'ciudad jardín' de Chile, tiene entre sus principales atractivos un reloj de flores, punto turístico que congrega a cientos de visitantes cada día y donde las 'selfies' son casi una obligación.



Considerado un símbolo de la ciudad, en directa competencia con la 'Gaviota', trofeo del Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar, el reloj de flores se ubica frente a la playa Caleta Abarca, en la salida sur de la ciudad.



Fuentes del municipio indicaron que el reloj, la Quinta Vergara (donde se realiza todos los años el Festival) y las playas son los sitios más visitados por quienes recorren esta ciudad chilena por primera vez.



Turistas chilenos y extranjeros visitan todos los días la plaza donde se ubica el reloj, a los pies del Cerro Castillo, para registrar con una fotografía o vídeo su visita a la 'ciudad jardín', la cual se ubica a 120 kilómetros al noroeste de Santiago.



La historia de esta atracción turística se remonta a la década de los años 60, cuando las autoridades locales decidieron colocar un reloj de flores para darle la bienvenida a quienes visitaron la ciudad con motivo de la Copa del Mundo 1962 que organizó este país sudamericano.



El estadio Sausalito de Viña del Mar albergó el Grupo C del Mundial, el cual estaba integrado por Brasil, Checoslovaquia, México y España, además de un partido de cuartos de final (Brasil 3/Inglaterra 1) y una semifinal (Checoslovaquia 3/Yugoslavia 1).



El reloj de flores, que fue inaugurado el 15 de mayo de 1962, cuenta con una maquinaria adquirida en Suiza, pero su sistema mecánico original fue reemplazado en 2005 por uno de tipo computacional.



Tras el terremoto de 2010 y un acto vandálico en 2013, el mecanismo fue cambiado por uno fabricado por la empresa mexicana Relojes Olvera, de Zacatlán (Puebla), el que cuenta además con sonidos horarios y música temática dependiendo la fecha del año.



Entre las décadas de los años 60 y 80, los fotógrafos 'de cajón' se encargaron de inmortalizar la visita al reloj de los turistas, quienes debían volver horas después o al día siguiente por la fotografía de recuerdo.



Hoy, la moda son las 'selfies' con teléfonos móviles, algo de lo cual, parece, pocos turistas están exentos.



El cuadro de la época se completaba con las tradicionales victorias tiradas por caballos (las que se mantienen hasta la actualidad, pero circunscritas a un sector de la ciudad), las cuales se detenían junto al atractivo turístico para la fotografía de rigor.



El reloj luce en toda su estructura, excepto los punteros y el segundero (de poco más de tres metros), flores de varios colores que no sobrepasan los 10 centímetros de altura, las que son mantenidas todos los días por cuadrillas de trabajadores municipales que además vigilan que los turistas no sobrepasen las barreras.



Un vehículo de la militarizada policía de Carabineros se encuentra las 24 horas del día junto al reloj de flores para evitar que sea dañado por borrachos o jóvenes exaltados que en más de una oportunidad le han causado desperfectos.



Un par de ellos llamó la atención, ya que hace unos años saltaron de madrugada una pequeña reja metálica para detener los punteros y volverlos atrás.



La historia popular cuenta que, bajo los efectos del alcohol, dijeron que querían regresar el tiempo para vivir más horas de fiesta y que no amaneciera.



Al igual que importantes atractivos turísticos en el mundo, se cree que fotografiarse con el reloj de fondo aumentará la posibilidad de regresar a Viña del Mar, una ciudad que cada verano concentra una importante población flotante que busca playa, sol y diversión nocturna.

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