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Jicalpextle, nace junto con el maíz y termina como artesanía

Jicalpextle, nace junto con el maíz y termina como artesanía

El jicalpextle, una variedad de jícara, surge junto con la cosecha de maíz y se convierte en una artesanía que se utiliza para llevar ofrendas a los santos, adornar la casa o guardar dinero o alhajas.



La pieza es originaria de Chiapa de Corzo, se obtiene de la semilla que se siembra junto con el maíz en el inicio de la cosecha, conforme crece el grano básico, también la planta que produce la jícara.



El tarro se utiliza para la elaboración del jicalpextle, pieza pintada con laca en color negro y rojo, con flores de colores amarillo, azul y rosa, principalmente.



En entrevista, la artesana María Angela Hernández Pérez afirmó que la técnica de la pintura data del 1906 a 1981; su principal uso es en las tradicionales fiestas de los santos, que se veneran en ese Pueblo Mágico.



Refirió que ella viaja hasta Villaflores para comprar los tarros



de todos los tamaños que cuestan desde los cinco hasta los 50 pesos, para después guardarlos en una bodega y junto con cuatro integrantes de la familia, además de otros tres trabajadores comenzar a elaborarlos.



Primero seleccionan la pieza y con un esmeril se realiza el corte, que a la vez, es la boca del jicalpextle; el siguiente paso es lavar el tarro, retirar las semillas y dejar que seque.



Asimismo, narró que una vez que está seco se continúa con la pintura, una laca muy fina de color negro y rojo.



Tras dos o tres días de secado, comienza la pintura de esmalte y óleo el detallado de las figuras externas con rosas rojas, rosadas, amarillas, hojas verdes y demás detalles.



El jicalpextle puede ser con tapa o sin tapa, generalmente lo usan las mujeres que se visten de chiapanecas durante las festividades de San Sebastián, San Antonio Abad, San Miguel y Señor de Esquipulas, entre otros.



En la jícara llevan sus ofrendas con cacao, café, flores, frutas, o todo lo que deseen ofrecer en los festejos del 8 al 23 de



enero, durante la Fiesta Grande de Chiapa de Corzo.



Hernández Pérez precisó que el precio varía desde los 40 pesos en



adelante hasta 300 pesos, según el tamaño, aunque admitió que a veces no se paga el valor real de la obra.



'Para nosotros sigue siendo muy barato, y lamentablemente nos piden una rebaja, creemos que por los días que implica elaborar una sola pieza debería tener un costo mayor para el comprador', opinó.



Aseguró sentirse muy afortunada por realizar estas creaciones en su propio taller desde hace 21 años, rodeada de pinturas multicolores, pinceles y otras herramientas.



Descartó abandonar esa tradición y su deseo es que perdure la elaboración de este producto originario de Chiapa de Corzo.

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