Rubén Cerda, el actor que derrotó a la diabetes
El hecho que terminó por "despertar" al también locutor y actor de doblaje fue la muerte de su padre.

CIUDAD DE MÉXICO
Rubén Cerda era el actor que, por antonomasia, interpretaba papeles de "gordo" en los programas de televisión y obras teatrales. Pero, más allá del estereotipo en el que se le encasillaba, lo preocupante era su estado de salud: la obesidad mórbida que padecía le ocasionó diabetes.
"En 2006 tomé la decisión de hacerme la cirugía de bypass gástrico. Pesaba 220 kilos, era diabético, mis padres tenían diabetes y yo ya había arrastrado a mi familia a esta situación: mi esposa subió 40 kilos y mis tres hijos tenían una obesidad bastante considerable, todos con diabetes", comparte el actor.
Cerda admite que, como fracasaba cada que iniciaba una dieta, necesitaba encontrar una solución para controlar su peso de manera definitiva.
Entonces conoció al doctor Hernán Fraga, quien le habló de esta intervención como apoyo para controlar la diabetes.
"Hacerme la cirugía fue una de las mejores decisiones de mi vida para poder controlar la obesidad. Fue tomar una decisión determinante y decir: 'Voy a cambiar mis hábitos y mi forma de vida'. Claro, la cirugía ayuda, pero si hubiera seguido con mi manera de vivir a través de la comida, el tratamiento no hubiera tenido ningún éxito.
"Ese es el caso de mucha gente que se operó y engordó otra vez. Es un compromiso de vida y una determinación", asegura.
Sin embargo, el hecho que terminó por "despertar" al también locutor y actor de doblaje fue la muerte de su padre.
"Uno de los ejemplos que tuve para no quererme morir de diabetes fue mi padre. Él murió por todas las complicaciones que conlleva esta enfermedad y fue cuando dije: ‘Yo no me quiero morir así’. Lo vi muy de cerca, fue una situación muy dolorosa para toda la familia. Entre las cosas que me enseñó fue no querer morir como murió él", dice.
Quien fuera parte del elenco del programa "Cero en conducta" relata que, sin querer, su esposa y él heredaron malos hábitos alimenticios a sus hijos, por lo que tenían que hacer algo para revertir las consecuencias.
Con el bypass gástrico, "yo perdí 120 kilos; mis dos hijas bajaron, una 83 y la otra 89 kilos; mi hijo lleva 60 kilos abajo. Entre toda la familia hemos bajado casi 400 kilogramos", señala.
Ante esta importante pérdida de peso, Rubén considera que someterse a un tratamiento como éste es cosa de voluntad, de determinación, de enfrentarse al espejo, asumir las consecuencias y tomar el control.
"El bypass gástrico es la cirugía más extrema, pero también la más exitosa. Ayuda a controlar la diabetes porque te hacen un puente en una parte del intestino y, con eso, tu cuerpo ya no absorbe azúcar.
"Fisiológicamente, tengo diabetes porque mi páncreas no genera la suficiente insulina. Sin embargo, de manera funcional, la poca azúcar que yo absorbo, la poca insulina que mi cuerpo genera, crea esa paridad. En esos términos, no tengo diabetes porque mis niveles de azúcar ya no son elevados", explica.
En la actualidad, los niveles de azúcar de Cerda antes de desayunar se encuentran entre 82 y 84. Si se hace un test una hora después de haber comido, puede alcanzar hasta 93, "pero ya no puedo rebasar los 100 porque no absorbo azúcar", recalca.
El éxito de este tratamiento quirúrgico no solo se debe a la cirugía en sí, sino al compromiso que Rubén hizo con su cuerpo, su salud y su familia. Por lo tanto, ha tenido que aprender a alimentarse sanamente y a planear una nueva vida.
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