Cinco cosas que no debes hacer en Navidad para evitar atraer la mala suerte
La Navidad simboliza un momento de cierre, reflexión y renovación de esperanzas para el ciclo que comienza.

La Navidad es mucho más que una fecha en el calendario. Se erige como un fenómeno cultural global que, más allá de su origen religioso, simboliza un momento de cierre, reflexión y renovación de esperanzas para el ciclo que comienza. En esta temporada, según lo retomado por El Heraldo, la sensación colectiva de felicidad, abundancia y unidad familiar es palpable. Sin embargo, paralelamente a la alegría, existe un conjunto de creencias y supersticiones arraigadas que advierten sobre ciertas acciones capaces de atraer la mala suerte.
Estas prácticas, transmitidas por generaciones, no son reglas universales, sino reflejos del imaginario colectivo que busca canalizar la poderosa energía emocional de estas fechas hacia un pronóstico positivo para el año entrante. Ya sea que se vean como mitos curiosos o como guías respetadas, su influencia persiste en muchos hogares, moldeando rituales y precauciones. Esta nota explora ese “lado B” de la Navidad, desglosando las acciones que, según diversas tradiciones, es mejor evitar para asegurar un final y un inicio armoniosos.
¿Por qué existen estas creencias en Navidad?
Antes de enumerar las prácticas, es crucial entender su contexto. Las festividades de fin de año actúan como un “umbral” simbólico entre un ciclo que termina y otro que inicia. En muchas culturas, se cree que las acciones y energías predominantes en este umbral pueden “imprimirse” en los meses venideros.
Por ello, las tradiciones populares han desarrollado una serie de recomendaciones prácticas y simbólicas destinadas a maximizar la fortuna y minimizar los riesgos. No se trata de un dogma, sino de una sabiduría popular que mezcla simbolismo, psicología y el deseo humano de ejercer cierto control sobre el futuro.
5 Acciones a Evitar en Navidad, Según las Tradiciones Populares
1. Encender conflictos durante la cena de Nochebuena
El núcleo de la advertencia aquí es la energía con la que se cierra el año. La cena navideña es ritualmente un símbolo de unión, gratitud y armonía familiar. Discutir o pelear durante esta velada se interpreta, en creencias de España y Latinoamérica, como un acto que establece un “eco” de conflictividad que podría extenderse a lo largo del año nuevo.
Más allá de la superstición, psicólogos familiares señalan que las altas expectativas de perfección en estas reuniones pueden generar estrés y reacciones desproporcionadas. La recomendación práctica, por tanto, trasciende lo místico: fomentar la paciencia y el diálogo tranquilo es una inversión en el bienestar emocional familiar inmediato y a futuro.
2. Romper adornos o decoraciones navideñas
Los adornos no son vistos meramente como objetos decorativos. En el imaginario colectivo, las esferas (especialmente las rojas, asociadas al amor y la vitalidad), las luces y las figuras artesanales encarnan deseos, protección y memoria familiar. Romper uno de estos elementos accidentalmente se asocia con un presagio de descuido, ruptura de la armonía doméstica o, en tradiciones europeas, con la llegada de discusiones. La utilidad de esta creencia radica en fomentar un manejo cuidadoso y respetuoso de los ornamentos que, en muchos casos, son patrimonio emocional del hogar y su preservación fortalece los lazos con la historia familiar.
3. Dejar la mesa completamente vacía después de cenar
Esta práctica hunde sus raíces en el principio de que “la abundancia atrae abundancia”. En México y otros países, se acostumbra dejar algo de comida en la mesa después de la cena de Nochebuena, o incluso colocar un plato adicional y una copa de vino. Este acto simboliza la confianza en que el hogar tendrá suficiente para compartir en el año que viene y sirve también como homenaje a seres queridos ausentes.
Retirar toda la comida de inmediato se interpreta, en cambio, como un gesto de temor a la escasez o de falta de generosidad. La guía utilitaria es clara: planificar la cena con un sentido de abundancia moderada y compartir lo sobrante, nunca desde el desperdicio, sino desde la previsión positiva.

4. Barrer o hacer limpieza exhaustiva los días 24 y 25
Una de las advertencias más conocidas sugiere evitar barrer o trapear durante la Nochebuena y el día de Navidad. La creencia sostiene que estas tareas podrían “barrer” o “limpiar” la buena fortuna y la energía positiva que las celebraciones han atraído al hogar. En muchas familias, la limpieza profunda se realiza antes del 24, para recibir las fiestas con orden, y se pospone hasta después del 26.
Esta tradición, más que promover el desorden, invita a un descanso ritual, a priorizar la convivencia y a permitir que la casa “absorba” la alegría de la reunión sin interrupciones.
5. Pasar la Navidad en soledad involuntaria
La Navidad gira culturalmente en torno a la conexión humana. Por ello, la creencia popular señala que pasar la fecha completamente solo, cuando no es por elección, podría prefigurar un año de aislamiento emocional. En tradiciones latinoamericanas, existe un fuerte imperativo social de incluir a quienes están solos, fomentando la idea de que “nadie debe cerrar el año sin un lazo humano”.
Es crucial matizar esta creencia: la modernidad ha redefinido la soledad. Muchas personas eligen conscientemente pasar la Navidad a solas como un acto de autocuidado o introspección, lo cual no tiene connotación negativa alguna. El espíritu de la advertencia apunta a la soledad no deseada, aquella que genera tristeza, e impulsa a la comunidad a estar atenta y ser inclusiva.
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Verdad, símbolo y elección personal
Estas cinco prácticas representan un fascinante entretejido de simbolismo, psicología social y tradición. No son mandamientos de eficacia comprobada, sino códigos culturales que buscan dar sentido y orientación a un período cargado de emociones. Su verdadero valor no reside en el miedo a la mala suerte, sino en los principios que encapsulan: fomentar la paz familiar, cuidar los símbolos afectivos, actuar desde la abundancia mental, permitirse descansar y priorizar la conexión humana.
Usted, como lector, decide si integrarlas como rituales significativos o simplemente entenderlas como un reflejo de cómo distintas culturas han buscado navegar la poderosa transición que representa la Navidad. Al final, la intención con la que se vive estas fechas es quizás el factor más importante para definir la fortuna del año que comienza.
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