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Muere Claudia Cardinale, ícono del cine italiano y referente de belleza mundial, a los 87 años

Claudia Cardinale fue un ícono del cine italiano, así como símbolo de belleza y rebeldía.

PARÍS, FRANCIA.- Claudia Cardinale, uno de los íconos más brillantes del cine italiano y figura de belleza mundial, falleció este martes a los 87 años en la región de Île-de-France, que comprende la capital francesa, informaron medios locales. Su legado en el cine y su influencia como referente cultural permanecen imborrables.

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Una infancia marcada por el colonialismo y la cultura italiana

Cardinale nació en Túnez, entonces bajo protectorado francés, en una familia de origen siciliano. Primogénita de cuatro hijos, su infancia combinó la rigidez de la educación católica con la riqueza cultural italiana que sus padres le inculcaron.

Aunque nunca soñó con ser actriz —y desmintió la creencia de que admiraba a Brigitte Bardot— su destino cambió por casualidad. Al salir del colegio, un cineasta que buscaba talentos se le acercó.

Cardinale huyó, pero el director René Vautier contactó a sus padres y la convenció de participar en su corto Les anneaux d’or (1956), que luego ganaría el Oso de Plata en Berlinale. Su primer papel destacado en un largometraje llegó en Goha (1958), junto a Omar Sharif, presentada en Cannes.


El ascenso al estrellato en Italia

El impulso definitivo de su carrera vino gracias a un concurso de belleza que le abrió las puertas de la Mostra de Venecia. Decidió entonces trasladarse a Italia y debutó en la aclamada comedia I soliti ignoti (1958) de Mario Monicelli, iniciando así su consolidación como actriz.

Durante los años sesenta alcanzó la cúspide de su carrera. Deslumbró en Ocho y medio de Federico Fellini (1963) y en Il Gattopardo de Luchino Visconti, donde compartió protagonismo con Marcello Mastroianni y Alain Delón.

Cardinale se convirtió en un referente de belleza y talento, resistiendo los intentos de explotación del sistema cinematográfico de la época.

Una vida personal marcada por la resiliencia

Su historia personal estuvo marcada por dificultades y decisiones valientes. Fue víctima de una violación, quedando embarazada de su primer hijo, Patrick, al que tuvo que criar en secreto en Londres.

Siempre sostuvo que el cineasta Pasquale Squiteri, con quien tuvo su segunda hija, Claudia, fue el único hombre de su vida.

También se casó brevemente con el productor Franco Cristaldi en 1966, matrimonio que logró anular. Cardinale reconoció que, durante su relación, se sintió “contratada” y, a veces, explotada, pues grababa hasta cuatro películas al año por un salario mínimo.

Hollywood y su vuelta a Europa

Aunque trabajó en Hollywood junto a figuras como John Wayne, Rita Hayworth, Anthony Quinn y Burt Lancaster, nunca se sintió plenamente en casa.

Yo me siento europea y en Europa quiero vivir”

—   declaró en entrevistas

Entre sus papeles más recordados está su participación en C’era una volta il West de Sergio Leone y Le pistolere (1971), junto a Brigitte Bardot.

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Activismo y últimos años

Más allá del cine, Claudia Cardinale dedicó su vida a diversas causas sociales, incluyendo la defensa del medio ambiente y la lucha contra la violencia de género, a través de su fundación.

Sus últimos años los pasó en París, lejos de los paparazzi de Roma que la acosaban, reafirmando su independencia y espíritu indomable.

Claudia Cardinale deja un legado artístico y humano que trasciende generaciones. Su nombre sigue asociado no solo al glamour y la belleza, sino a la fuerza de carácter, la rebeldía frente al machismo y la pasión por la libertad.

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