En su cumpleaños 72, Sabina platica cómo fue la noche que escribió "Y nos dieron las diez"
El 12 de febrero, pero de 1949, nació el cantautor y poeta español Joaquín Sabina, por eso recordamos hoy una lista de sus canciones más románticas, que seguro te gustará escuchar este fin de semana.
CIUDAD DE MÉXICO.- Seguramente entre la colección de discos de nuestros padres podríamos encontrar el disco de "Física y química", pues el cantante y poeta que tiene 40 años de trayectoria no solo marco una generación, sino a los descendientes de estos también.
En un cancionero tan abundante y lleno de éxitos como el del cantautor, Y nos dieron las diez se ha ganado un lugar de privilegio. Los datos fríos muestran que es hoy su tema más solicitado en Spotify; acumula 27,1 millones de reproducciones, frente a las de su inmediata seguidora, 19 días y 500 noches, que tiene 21,4 millones de escuchas.
Publicada en Física y Química (1992), también es una de las más antiguas que sigue fija en un repertorio que no siempre ha resistido bien el paso del tiempo, especialmente cruel con aquellas canciones que fueron una manifestación urgente del contexto social o el momento personal –a veces las dos cosas– en el que fueron compuestas. No puede faltar en los conciertos de Sabina, pero resulta prácticamente igual de inconcebible una sesión de karaoke sin que alguien se decida a entonarla.
El octubre pasado la interpretó Marta, concursante de "Operación Triunfo", en una de las galas del programa. A pesar de que la concursante tiene 18 años, la recibió como una canción que le pertence.
Ha traspasado diferencias generacionales, y no entiende de clases sociales o niveles culturales, igual que ha roto las barreras del género. Entre las muchas versiones que se han registrado, ha conocido la aflamencada de María Jiménez, una interpretación salsera de Rubby Pérez y hasta Julio Iglesias la ha llevado al terreno del susurro melódico latino.
Pero su mayor logro es que tampoco ha entendido de fronteras ni océanos. Gracias a la intermediación de Rocío Durcal, que se convirtió en su mejor embajadora y defensora, es desde hace muchos años un tema adoptado por infinidad de bandas de mariachis.
Estos músicos mexicanos han sido los que le han dado carta de naturaleza a un tema que escribió un andaluz afincado en Madrid, en la que se tiran piedras contra sucursales el Banco Hispano Americano y se sirven cubatas.
Que María Jiménez pronuncie "cubata" entraba dentro de lo concebible, pero ¿quién podía esperar que se la escuchara a alguien vestido de charro, con sombrero y guitarrón? Es más, detengámonos un segundo para contemplar el momento en el que Julio Iglesias, que se advertía a sí mismo –"Ten cuidado, chaval"–, entró en un estudio de grabación y cantó suavemente a un micrófono "cu-ba-ta" .
Una canción, dos finales
La historia detrás de "Y nos dieron las diez" se ha documentado ampliamente, aunque según quien la cuenta varían ciertos detalles. Como decía la canción, fue una noche en un bar, aunque no después de un concierto ni en un pueblo con mar.
A principios de la década de los noventa, Joaquín Sabina estaba en un local madrileño que frecuentaba, el desaparecido Bwana, y entró Enrique Urquijo, líder de Los Secretos, compañero y amigo con el que compartía gustos y hábitos noctámbulos.
Inmediatamente se pusieron a hablar de música. Urquijo le contó que se encontraba preparando su próximo disco y sentía que andaba falto de ideas. Sabina sacó un papel y le enseñó las dos estrofas de una canción que acababa de empezar.
A Urquijo le gustaron tanto que cogió una servilleta y, con el permiso de Sabina, las copió rápidamente. Entrada ya la madrugada, el mánager de Los Secretos convenció a Enrique de que era hora de marcharse y le acompañó en un taxi a casa.
Durante ese camino, completó la letra de lo que más tarde sería Ojos de gata, que se incluiría meses después en el disco Adiós tristeza (1991). Ignorándolo, Joaquín continuó por su cuenta y la tituló Y nos dieron las diez.
A pesar de partir de las mismas dos primeras estrofas, aquel relato agridulce de un músico de paso y una camarera ansiosa por escuchar canciones tuvo dos finales muy distintos.
En la imaginación de Urquijo se convertía en la antesala de un gatillazo producto de una borrachera, mientras que en la de Sabina en una inolvidable noche de pasión a la que desearía volver cada verano. Los que conocieron a ambos dicen que es el perfecto reflejo de quién era Enrique y quién fue Joaquín.
"Los dos nos estábamos enamorando mucho del México de José Alfredo Jiménez en aquella época", recordó Sabina en el documental de "Los Secretos Una vida a tu lado" para explicar que tanto él como Urquijo coincidieran a la hora de convertir sus canciones en rancheras, en la estela del hombre que escribió temas inmortalizados por Chavela Vargas.
Quizá la disposición de los primeros versos invitaba, pero también se ha escrito que Joaquín se cobró el favor tomando la melodía de Ojos de gata, puesto que Enrique se la mostró en una maqueta meses después del encuentro original.
De haber sido así, Enrique ya había hecho algo parecido, porque se había inspirado en Drug Store Truck Drivin' Man, un tema country de Gram Parsons, uno de sus músico favoritos, que escribió durante su breve paso por The Byrds.
Mientras Enrique reconoció en los créditos de la canción la autoría de los versos de su amigo, esta fue la única canción de Física y química que Joaquín firmó en solitario.