Inspiran De Alba, Zabaleta y Micha

Ópera, mariachi y cumbia. Raíz, pasión y locura. Rebecca, Susana y Adela: la fórmula para ser una mujer chingona no existe, pero en el camino (a ello) hay que abrazarse a la esencia, desatar el deseo y arriesgarse a perder (¿qué puede pasar?)... y si hay tequila de por medio, qué mejor.

Aplaudidas por  centenares de tijuanenses que agotaron las localidades de El Foro la pasada noche de viernes, las protagonistas de “Los mandamientos de una mujer chingona” arribaron al escenario para descubrir historias de amores, familias y profesiones que no se centran en el éxito sino en el placer de reinventarse ante los retos.

Al filo de las 21:00 horas, Rebecca de Alba sería la primera en confesar de esta vida dos cosas le quedan claras: le estorba la nostalgia y el único camino para descubrirse es comprometerse hasta la muerte (con cualquier causa que te haga feliz).

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De tacón verde y sonrisa ligera, la conductora también se dio tiempo para hablar de una infancia sin lujos, pero sí con ejemplos de esfuerzo; de aquellos amores cómplices; y la alegría, en un mar de emociones, que la han llevado a ganarse a sí misma.

Por su parte, de rojo pasión aderezado con el movimiento sensual de un látigo, Susana Zabaleta irrumpió en escena para rescatar los placeres de sobreponerse al decálogo de una hija modelo, fugarse de su natal Monclova (y un hogar católico hasta el tuétano) para estudiar ópera… y  disfrutar su sus “hechos impuros”.

Con su coqueto estilo, la también actriz recordó ese deseo de honrar a la familia sin la necesidad de dejar de ser, crecer y crear; mantener el rostro y cuerpo en forma; perfeccionar tu arte; y de ser posible, “no desear al güey de tu próijima”.

El trío se complementó con la presencia de aquella que desde chiquita sabía que en este juego “las reglas cambian”. Para Adela Micha la constante es el cambio, pues como bien le confesó a Tijuana “(en su nuevos proyectos) hay riesgo, pero es más riesgoso ver la vida pasar”.

Elogiar la locura, desmitificar los malos pensamientos, disfrutar los pecados capitales y entender que enfrentarás el paso de los años con mucho dolor es la forma de no temer al fracaso, y entre el sube y baja del destino, tener claro que no se descansa ni cuando Dios manda.

Cerrando la noche con un tequila y  el sabor de un “cumbión”, las protagonistas se dejaron llevar por el aplauso del público y la alegría de un marichi que aprovechó la oportunidad para celebrar el cumpleaños de Rebecca y el placer de ser una chingona.