China enfrenta una nueva caída en los precios al consumidor mientras sus estímulos no logran activar la demanda interna

China continúa enfrentando señales preocupantes en su economía, luego de que el índice de precios al consumidor (IPC) volviera a registrar una caída en mayo, marcando el cuarto mes consecutivo de inflación negativa, según CNBC.

A pesar de los recientes esfuerzos del gobierno para estimular el gasto interno, los resultados aún no se reflejan en la dinámica del consumo, lo que profundiza las dudas sobre la eficacia de las medidas adoptadas.

Según datos oficiales del Buró Nacional de Estadísticas, el IPC descendió un 0,1% interanual durante el mes de mayo. Aunque este resultado fue levemente mejor que el 0,2% que anticipaban algunos analistas, no representa una mejora significativa frente a la tendencia general que comenzó en febrero, cuando el índice cayó un 0,7% anual, seguido de descensos similares del 0,1% en marzo y abril.

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Persistente deflación industrial debilita las perspectivas de recuperación

Más allá del comportamiento del consumo, la economía china enfrenta una presión adicional con la acentuación de la deflación en los precios al productor. En mayo, el índice de precios en fábrica cayó un 3,3% interanual, un descenso mayor al previsto por los mercados.

Esta caída en los precios mayoristas es una prolongación de una tendencia deflacionaria que se mantiene desde octubre de 2022, afectando directamente las expectativas de inversión en el sector industrial.

La baja sostenida en los precios a nivel de producción refleja una menor demanda estructural tanto en el mercado interno como en el externo. A esto se suma la incertidumbre generada por las tensiones comerciales con Estados Unidos, que aunque han disminuido en las últimas semanas, siguen influyendo negativamente en la confianza empresarial.

Estímulos insuficientes: recortes de tasas e inyección de liquidez

En un intento por revitalizar la economía, las autoridades chinas introdujeron a principios de mayo un conjunto de políticas dirigidas a facilitar el acceso al crédito y reducir los costos financieros.

El Banco Popular de China redujo sus tasas de interés clave en 10 puntos básicos, llevándolas a mínimos históricos, además de rebajar el coeficiente de reservas bancarias en 50 puntos básicos. Esta última medida busca ampliar la capacidad de préstamo de las entidades financieras.

A pesar de estas acciones, los datos recientes muestran que el consumo no responde con la fuerza esperada, generando incertidumbre y cautela en inversiones.

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Una tregua comercial abre espacio para negociaciones más amplias

En medio de este contexto, se produjo un avance significativo en las relaciones comerciales entre China y Estados Unidos. Washington recortó sus aranceles sobre productos chinos a una media del 51,1%, mientras que Pekín hizo lo propio, disminuyendo los gravámenes a las importaciones estadounidenses a un promedio del 32,6%.

Este alivio arancelario, aunque parcial, ha generado un respiro temporal para el comercio bilateral y abre la puerta a una posible negociación más integral que podría estabilizar los flujos comerciales y mejorar la confianza de los mercados.

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Perspectivas inciertas para el segundo semestre

El desafío para China será mantener el equilibrio entre una política monetaria expansiva y la necesidad de generar un crecimiento sostenible sin depender exclusivamente del sector exportador.

El consumo interno sigue siendo el eslabón más débil, y mientras la confianza del consumidor no se recupere, los indicadores seguirán mostrando fragilidad.

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