La “obsolescencia programada” y el engaño del “celular nuevo”
Entender estos mecanismos de mercado es clave para tomar decisiones informadas y evitar caer en las trampas financieras que amenazan con desestabilizar las finanzas personales y el futuro sostenible del planeta

MÉXICO.- En los últimos años, la práctica de la obsolescencia programada ha cobrado relevancia como uno de los principales factores que impulsan el consumo acelerado de dispositivos electrónicos.
La estrategia de las empresas líderes en telefonía móvil, como iPhone o Samsung, consiste en hacer sentir al consumidor que su teléfono actual ha perdido valor, aunque siga funcionando de manera óptima.
Con cada lanzamiento, se enfatiza la supuesta necesidad de adquirir un celular nuevo, aun cuando más del 90% de las funciones no alteren de manera significativa la experiencia diaria del usuario.
La decisión de financiar un celular a plazos se ha convertido en una de las peores deudas para la economía personal, ya que puede resultar en trampas financieras de largo plazo.
Muchos expertos en educación financiera alertan que estos gastos repetitivos pueden mermar el dinero disponible para el ahorro o la inversión, generando un círculo vicioso de pagos e intereses.
Este modelo de renovación constante no solo implica una carga económica, sino que también tiene un impacto medioambiental.
Cambiar dispositivos cada año incrementa la producción de desechos electrónicos, lo que evidencia otra dimensión del problema más allá de las decisiones financieras personales.
En un contexto en el que la publicidad y el marketing nos empujan a cambiar tu celular frecuentemente, es fundamental que los consumidores cuestionen si realmente es necesario invertir en un dispositivo más nuevo o si todo se reduce a una estrategia comercial para “sacarte más dinero”.
Especialistas recomiendan evaluar si el teléfono cumple con las necesidades reales de uso, antes de sucumbir a la presión de las actualizaciones constantes.
En definitiva, la obsolescencia programada no solo afecta la economía de los usuarios, sino que también pone de manifiesto la urgencia de una mayor conciencia sobre nuestras prioridades de consumo.
Entender estos mecanismos de mercado es clave para tomar decisiones informadas y evitar caer en las trampas financieras que amenazan con desestabilizar las finanzas personales y el futuro sostenible del planeta.
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