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Generación dorada de futbolistas sonorenses

Un grupo de futbolistas impulsó con sus campeonatos la práctica del balompié en Sonora.

El beisbol dominaba el gusto de los habitantes, incluso otros deportes no eran tan conocidos y mucho menos practicados, pero a finales de los setenta una generación dorada dio la campanada y de buenas a primeras posicionó el futbol en Sonora.

Un subcampeonato en 1978 y los títulos de 1979, 1980 y 1981 en el Campeonato Nacional de Primera Fuerza fueron determinantes para que este deporte, en la actualidad ya le haya dado muchas alegrías a la Entidad.

La primera corona llegó en 1979, en Chetumal, Quintana Roo, de la mano de jugadores como Javier “Jícama” Acuña, Aarón Gamal, Fernando Beltrán, Martín Estrella y el capitán Manuel Bueno, quienes fueron pieza fundamental para quedarse con la primera corona.

En 1980 la situación se trasladó precisamente a Hermosillo, donde el estadio Héctor Espino se transformó en la capital del futbol nacional amateur por algunos días, y precisamente ahí lograron el segundo título.

El tercero, en 1981 sucedió en Villahermosa, Tabasco donde se confirmó que Sonora mandaba en esa categoría y que había marcado una época, logro que algunos de sus protagonistas aún recuerdan. 

Para Manuel Bueno, capitán de aquella selección la base fue la cordialidad y la hermandad que había entre los jugadores, además del talento que poseían que llevó a muchos a probar suerte en el profesionalismo. 

“Fue un buen grupo, una buena camada, tuvimos la suerte de la mayoría de nosotros participar y ser campeones. Lo bueno fue que la base era casi siempre de los mismos jugadores, una buena camada que casi todos compartimos los tres campeonatos.

Casi todos, menos Fernando Bernal y Aaron Gamal que estaban como profesionales porque habían hecho muy bien las cosas en los nacionales y se ganaron una oportunidad de ir a buscar el profesionalismo”, rememoró Bueno.

Para Sergio Buy, aunque ya hayan pasado más de 40 años el orgullo de haber estado en esa generación es algo que jamás van a olvidar, pues se impusieron no sólo a los estados rivales, sino a la misma gente de Sonora que no creía en el futbol. 

“Mi padre y mis hermanos mayores eran beisbolistas y siempre me invitaron a jugar beisbol, era un ejemplo de la gente que nos veía raro por jugar futbol, porque todo era beisbol y basquetbol que jugaban y ganaban campeonatos hasta que llegamos nosotros”, recuerda Buy. 

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