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Boxeador cubano prefirió vender su medalla olímpica para comer que desertar: “Creo en Fidel Castro como otros creen en Cristo”

El doble campeón olímpico reveló que prefirió pasar hambre antes que abandonar Cuba y romper su lealtad a Fidel Castro.

El legendario Mario Kindelán, doble campeón olímpico y considerado uno de los mejores boxeadores amateurs de todos los tiempos, confesó que llegó a vender una medalla de oro por hambre, pero jamás aceptó la opción de desertar de Cuba y romper su lealtad al fallecido líder Fidel Castro.

De la venta de mi medalla olímpica de Sídney 2000 todavía no me arrepiento. La vendí porque me vi en una situación crítica. No tenía prácticamente nada para comer ni para mantener a mis hijas, y tuve problemas personales que me llevaron al divorcio. La vendí porque era mejor tener cuatro o cinco pesos para poder comer que desertar”, reveló el ex pugilista en una entrevista.

¿Quién es Mario Kindelán?

Kindelán, nacido en Holguín en 1971, fue una de las máximas figuras del boxeo cubano: conquistó dos oros olímpicos (Sídney 2000 y Atenas 2004), además de tres campeonatos mundiales y múltiples títulos continentales. En sus años de gloria se convirtió en símbolo de la escuela cubana de boxeo, con un récord asombroso de 358 victorias y apenas 22 derrotas.

La lealtad antes que la comodidad

A pesar de haber recibido ofertas millonarias para pasarse al boxeo profesional, Kindelán rechazó la idea de abandonar Cuba. Su argumento fue siempre el mismo: la lealtad.

¿Traicionar a mi Comandante?, eso no lo iba a hacer nunca, porque aunque ya no esté, mi palabra es leal. No importa dónde la gente se encuentre, si en el cielo, si en la Tierra, o si en el infierno. Cuando se es leal a alguien y a algo, hasta el propio enemigo te valora. Esa es mi forma de ser, leal 100 por ciento, que pocos cubanos ya tenemos esa lealtad”, aseguró.

En 2020 llegó a declarar para el diario ‘Cuba Debate’:

Soy revolucionario. Amo a mi país. Mi lema lo llevo grabado en un pulóver y lo digo donde quiera. ¡Creo en Fidel como otros creen en Cristo!”

El ex boxeador, que derrotó en la final olímpica de Atenas 2004 al británico Amir Khan —quien luego sería campeón mundial profesional—, recordó también que muchos de sus trofeos desaparecieron en su país.

Tuve que venderlas, pero, ¿por qué no sale a la luz también el robo que hubo en el Museo del INDER, de Holguín, a donde doné todos mis trofeos?”, cuestionó.

Entre la gloria y la necesidad

Tras su retiro en 2005, Kindelán atravesó años de penurias económicas. Llegó a intentar vender su medalla olímpica de Atenas 2004 al propio Amir Khan por cinco mil dólares; el británico, en un gesto simbólico, le permitió quedarse con ella como un regalo.

El ex campeón también probó suerte como entrenador en Baréin, donde cosechó medallas con la selección local, aunque su viaje generó controversias por no haber contado con autorización oficial. Aun así, insiste en que su fidelidad a Cuba sigue intacta.

La historia de Mario Kindelán, un boxeador cubano que eligió el hambre y la precariedad antes que el exilio y la traición a sus principios, refleja las contradicciones de una generación de deportistas cubanos que brillaron en los cuadriláteros del mundo, pero que en casa muchas veces terminaron olvidados.

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