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¿Quién es Ma Jin? La mente china detrás del éxito de los clavadistas mexicanos

La entrenadora que cambió para siempre la historia de los clavados en México.

¿Quién es Ma Jin? La mente china detrás del éxito de los clavadistas mexicanos

En un deporte donde cada centímetro cuenta y el más mínimo error puede costar una medalla, hay una figura que ha moldeado campeones con precisión milimétrica. Su nombre es Ma Jin, una entrenadora originaria de China cuya visión y disciplina han marcado un antes y un después en la historia de los clavados en México.

Ma Jin tiene 57 años, nació el 4 de julio de 1968 en Beijing, y llegó a nuestro país en 2003 como parte de un programa de cooperación internacional. Lo que parecía una estancia temporal terminó siendo un legado permanente en el deporte mexicano.

Una infancia sumergida por obligación

Aunque hoy su nombre es sinónimo de excelencia, su relación con los clavados comenzó sin amor. A los 7 años, fue prácticamente obligada por su entrenadora, Ren Shao Fen, a mantenerse en el deporte, a pesar de que no le gustaba. Pero como muchas grandes historias, lo que comenzó como una imposición se convirtió con el tiempo en pasión, y luego en vocación.

Ya como atleta, Ma Jin destacó en competencias juveniles, pero un accidente cambió el rumbo de su vida. Durante una competencia sufrió un fuerte golpe en el rostro tras una mala caída, lo que le provocó daños en los ojos y pérdida temporal de la vista. A los 17 años, ese momento marcó el fin de su carrera como clavadista.

Sin embargo, no abandonó el deporte. Se reinventó. Se graduó con honores en la Universidad del Deporte de Beijing y comenzó a diseñar programas de entrenamiento para futuras generaciones. A los 20 años ya estaba formando campeones.

El salto que transformó a México

La llegada de Ma Jin a México representó un cambio radical, tanto para ella como para el país. El idioma, la cultura y las costumbres fueron barreras que tuvo que superar. Al principio, su estilo directo y severo generó fricción con los atletas. Era poco expresiva, no daba muchas palabras de aliento y prefería la crítica constructiva a los halagos vacíos.

Pero su forma de trabajo pronto comenzó a rendir frutos. Paola Espinosa, Rommel Pacheco, Alejandra Orozco, Tatiana Ortiz y Laura Sánchez fueron algunos de los clavadistas que confiaron en su método. Con ellos, México volvió a brillar en las plataformas olímpicas.

Voy por el número uno y por los detalles que faltan”, solía decirles a sus pupilos. Su exigencia no era un acto de dureza, sino una apuesta por la excelencia.

En Beijing 2008, Paola Espinosa y Tatiana Ortiz lograron el bronce en sincronizados desde la plataforma de 10 metros. Cuatro años después, en Londres 2012, Espinosa volvió al podio con una medalla de plata junto a Alejandra Orozco. Por estos logros, el Gobierno de México le otorgó a Ma Jin la Orden del Águila Azteca, el más alto reconocimiento a extranjeros que han contribuido de forma destacada al país.

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Una filosofía de vida: apuntar siempre al 10

Para Ma Jin, cada salto es una metáfora de vida. En una entrevista con la BBC, lo dejó claro:

Si no alcanzas el 10, no puedo decirte que lo hiciste bien”.

Esa mentalidad de perfección es la que ha transmitido a una nueva generación de clavadistas, como Osmar Olvera y Juan Celaya, quienes brillaron recientemente en los Juegos Olímpicos de París 2024. Ambos consiguieron medallas para México, lo que reafirma el impacto que Ma Jin sigue teniendo.

Y no solo eso: en el Mundial de Deportes Acuáticos de Singapur 2025, Olvera se consagró como campeón mundial de trampolín de 3 metros, superando incluso a los potentes equipos chinos. Además, sumó tres medallas de plata en otras pruebas.

Aprender del rival, entrenar con el enemigo

A pesar de ofertas desde Estados Unidos, Ma Jin ha elegido quedarse en México. Pero no se conforma: quiere que sus atletas viajen a China para aprender directamente de los mejores.

Quiero hacer mis campamentos en China, si se puede todos los años. Dijimos que teníamos que ir allá, ver a los niños de 10 años que tienen mejor técnica que yo y pulirme. No son robots, son de carne y hueso y se les puede ganar”, declaró Osmar Olvera a Excélsior.

Ma Jin convenció a Olvera de trasladarse temporalmente a China en 2025 para perfeccionar su técnica. Ella sigue creyendo que la evolución no termina nunca, ni siquiera cuando se es campeón del mundo.

Más que medallas, un legado humano

Después de más de dos décadas en México, Ma Jin se siente parte de esta tierra. Ha ganado más de 260 medallas en competencias internacionales, pero dice que lo que más le llena no son los podios, sino el cariño de sus alumnos.

Siento que ha valido la pena haber estado ya por 21 años en México. Me gusta que los niños se sientan agradecidos y que me quieran. Eso se siente mejor que si ganan medalla, que es un momento de 10 minutos. Eso me hace sentir orgullosa. Pero pasa. Y al otro día, empieza de cero”, expresó con humildad.

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