Del árbol al éxtasis, Sampaoli sigue su camino en Sevilla
Con el delirio propio de un león enjaulado, Jorge Sampaoli recorre compulsivamente el área técnica de un lado a otro, la mirada gacha y el ceño fruncido, como detective buscando una pista entre las briznas de hierba del estadio Sánchez-Pizjuán.
El ritual, repetido hasta la saciedad, evoca la obsesiva rutina del también argentino Marcelo Bielsa —máximo referente del actual entrenador del Sevilla, que finalmente rompe el embrujo en cuanto percibe que algún detalle del partido requiere nuevamente su máxima atención.
Y entonces Sampaoli se revuelve con celeridad, clava la vista, corrige, ordena, grita, salta y protesta con la pasión propia del amateurismo que tanto él como Bielsa reclaman para el ultraprofesionalizado fútbol moderno.
Y tal es su estado de fervor, de identificación con la grada y sus futbolistas y de desquicio con la labor del árbitro, que acaba expulsado con tarjeta roja directa en el encuentro de Liga de Campeones que, en esos momentos, el Sevilla empata 1-1 con la Juventus.
Alejado de su hábitat natural, al oriundo de Rosario opta entonces por contemplar las evoluciones de su equipo desde el palco, pero tampoco se encuentra a gusto entre tanta butaca noble y busca refugio unos peldaños más abajo en los asientos más populares, hecho un manojo de nervios hasta que suena el silbato final.
El desenlace no fue bueno para el Sevilla, que acabó sucumbiendo el martes a la remontada visitante por 3-1 y sigue pendiente de sellar su boleto a los octavos de final de la Champions seis años después de su última clasificación.
"Si no duele, no sirve", repite el tenaz Sampaoli, quien debió labrarse el camino de entrenador desde la nada, sin pedigrí como futbolista de éxito y sí con muchos kilómetros a la espalda.
Todo empezó, en cierta manera, en un árbol de su localidad natal de Casilda, al que se encaramó tras ser expulsado en un partido de división regional dirigiendo al equipo local, Alumni, en 1996.
"El árbitro me mostró tarjeta porque estaba saliendo constantemente del área técnica, así que me subí al árbol para seguir dando instrucciones, y aquella foto impulsó mi carrera", explica el estratega que en 2002 recorrería en tren España e Italia, mochila al hombro y junto a su fiel preparador físico, Jorge Desio, para asistir a múltiples entrenamientos de colegas a modo de aprendizaje.
Sigue nuestro canal de WhatsApp
Recibe las noticias más importantes del día. Da click aquí