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Ya lo pasado, pasado…

Una conocida canción bellamente melódica tiene unas frases que nos pueden ayudar a irnos desentendiendo de rencores, resentimientos o venganzas.

Todo mundo entiende si escucha “ya lo pasado, pasado” que tal expresión significa que lo ocurrido ha quedado atrás. Pues sí, es fácil entenderlo pero en muchas circunstancias no es fácil asumirlo plenamente. La mayor aflicción que afecta a un gran número de personas resulta de algo que ocurrió en sus vidas tiempo atrás dejándoles una herida que aún no cierra: Es el rencor, ese sentimiento negativo que suele mantener vigente un hecho amargo. Y así es; no pocas mujeres y hombres viven anclados entre espinas que no pueden, y con frecuencia no quieren, sacarse del corazón ni de la memoria.

Piensan, y a veces con algo de razón, que alguien o algo les desgració la vida. Pudo tratarse de una traición a su confianza, de una entrega de amor desechada o de un grave deber incumplido. Podemos imaginar una persona que fue intencionalmente abandonada o despreciada, un ser muy querido que fue desaparecido o criminalmente aniquilado. Algo sucedido entre colegas de oficio, entre compañeros, entre supuestos amigos, entre novios o esposos, entre hermanos o entre padres e hijos.

Al fin y al cabo lo que quedó es el arraigo de un sentimiento convertido en una pasión negativa que alimenta un obsesivo recuerdo que parece imposible de ser borrado o asimilado -que por cierto no es lo mismo que ser aprobado-.

Una conocida canción bellamente melódica tiene unas frases que nos pueden ayudar a irnos desentendiendo de rencores, resentimientos o venganzas. El compositor fue Alberto Aguilera Valadez -“Juan Gabriel”- y el cantante fue José Rómulo Sosa Ruiz -“José José”-. La composición fue hecha como un regalo para José José y su esposa Anel Noreña y les fue entregada en sus manos la noche del 16 de julio de 1978 cuando el mismo Juan Gabriel se presentó inesperadamente a cenar en casa de ellos. La letra de la canción motiva una postura positiva ante conflictos que podría una persona haber sufrido en su pasado por el daño que alguien le hubiera hecho. Esa canción lleva por título “Ya lo pasado, pasado” y al principio dice “Ya lo pasado pasado, no me interesa…si antes sufrí y lloré, todo quedó en el ayer; ya olvidé, ya olvidé, ya olvidé”; más adelante canta: “Pido un aplauso para el amor que a mí ha llegado….qué feliz estoy; soy feliz, ya todo he olvidado, y a todo el pasado ya le dije adiós; ya lo olvidé, ya olvidé, ya olvidé. Pido un aplauso para el amor que a mí ha llegado…”. (En la imagen adjunta aparece la fotografía del manuscrito original de Juan Gabriel mostrado por Anel al público después de la muerte del cantante).

El Imparcial: imagen de artículo

Desde luego que arrancar un rencor del alma no será nada fácil en muchos casos pero la manera de aceptar que “lo pasado, pasado” es darse cuenta de que quien primero y más sufre el rencor es, lógicamente, quien lo lleva dentro.

Pero hay aún un motivo más alto para despojarse de rencores y ese motivo es el perdón.

Éste -el perdón- siempre es más que el daño recibido y también es una manifestación de que lo bueno puede mucho más que lo malo, una muestra de que vencerse a sí mismo es una victoria que abona a la madurez y a la felicidad personal y no al capricho. El perdón vale mucho, el rencor y el resentimiento no valen, restan; el perdón alivia a quien lo da, el rencor enferma a quien lo guarda; el perdón es un avance, el rencor paraliza; el perdón libera, el rencor atrapa; el perdón abre las puertas al aprecio y al amor, el rencor abre las puertas al odio. El tiempo pasado ya se fue, ya es 2022. “Ya lo pasado pasado….todo quedó en el ayer”.***

JESÚS CANALE jesus.canale@gmail.com Médico cardiólogo por la UNAM. Maestría en Bioética.

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