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Un México sucio y contaminante

Les encanta el petróleo y el carbón, como si no generaran externalidades negativas.

Es indignante el rechazo del Gobierno mexicano a las energías limpias y renovables. Con la reciente decisión de darle prioridad a la generación de electricidad al carbón o combustóleo, nuestro País se une a la larga lista de retrógradas que rechazan el cambio climático y prefieren la contaminación ambiental. A todas luces, un retroceso.

Y no estoy hablando, a propósito, del tema económico. Hace años, las energías limpias efectivamente costaban más que las fósiles. Pero los cambios tecnológicos han abaratado la generación de electricidad con turbinas eólicas o celdas solares. Quiero, más bien, concentrarme en un tema importantísimo para la humanidad en su conjunto: El cuidado al medio ambiente.

Soy de una generación que no nos educaron a cuidar el planeta. El tema ecológico no era parte del currículum educativo. Tampoco se solía hablar de este asunto en las familias. Ya de adulto, sin embargo, he tenido que cambiar. En parte por la presión de las generaciones jóvenes a quienes sí les importa la salud del medio ambiente. En parte por atestiguar la destrucción de lugares magníficos de la naturaleza a consecuencia del cambio climático. Tan sólo hay que ver la plaga de sargazos en la Rivera Maya que ha arruinado la belleza de las playas caribeñas mexicanas.

No es chiste. Los humanos no estamos acabando al planeta. De acuerdo a la NASA, la institución que llevó a los humanos a la Luna, la evidencia del cambio climático es incontestable. Un documento de esta organización (https://climate.nasa.gov/evidencia) presenta los datos de cómo ha aumentado la temperatura global, cómo de han calentado los océanos y encogido las capas de hielo. También del retroceso de los glaciares, de las cubiertas de nieve en las montañas, del derretimiento temprano de las nieves, del aumento del nivel del mar, la reducción del hielo marino ártico y la acidificación de los mares. Muy importante, también, la multiplicación de eventos climáticos extremos (huracanes, por ejemplo) por las altas temperaturas.

¿A qué se debe el cambio climático?

La respuesta es muy clara: Al aumento de dióxido de carbono y otros gases producidos por el desarrollo económico de los seres humanos. Estos gases producen un efecto invernadero que calientan a la Tierra. A partir de mediciones de todo tipo, la evidencia revela “que el actual calentamiento está ocurriendo aproximadamente 10 veces más rápido que la tasa promedio de calentamiento que se dio tras las épocas glaciales”.

De no hacer nada con el cambio climático, vamos a tener enormes problemas: Escasez de agua dulce, cambios en las condiciones para producir alimentos, aumento de muertes por situaciones extremas (inundaciones, tormentas, olas de calor, sequías), extinción de plantas y animales, incremento de ciertas enfermedades y desaparición de los arrecifes de coral.

Relacionado con el cambio climático está la creciente contaminación del aire que afecta la salud de los humanos. En noviembre de 2019, una de las ciudades más contaminadas de la Tierra, Delhi, llegó a tener un índice de calidad del aire de 1,237 puntos. ¡El límite de seguridad es de 50! Y, como sabemos, las grandes urbes en México también sufren de este problema, en particular la capital.

En fin, que estamos calentando y contaminando al planeta y ya estamos viviendo las consecuencias.

Una de la soluciones a un problema global y complejo es que los países dejen de utilizar energías fósiles para sustituirlas con energías limpias como la eólica y solar.

Es lo responsable. Sin embargo, en el mundo existen retrógradas que no creen en el cambio climático y les despreocupa la contaminación. Les encanta el petróleo y el carbón, como si no generaran externalidades negativas. Bueno, pues nuestro Gobierno se ha unido a este club. Les disgusta que las energías limpias las generen empresas privadas. Si eso les preocupa, pues que las nacionalicen porque, lo que han hecho hasta ahora, es peor que una expropiación: Las han dejado sin mercado utilizando el monopolio de trasmisión de energía de la CFE. En una expropiación, por lo menos, los gobiernos suelen compensar a los privados por la transferencia de los activos al Estado. Aquí no. Aquí simplemente les han impedido vender su producto.



¿Para qué?

Pues para que Pemex pueda vender su combustóleo y los mineros su carbón a la CFE. El medio ambiente les importa un bledo. Van a heredarle a las nuevas generaciones un México más sucio y contaminante. Otro legado más de la “Cuarta Transformación”.



@leozuckermann

Leo Zuckermann es analista político/ periodista y conductor de un programa de opinión en televisión.

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