Tocar fondo
Todos los gobiernos enfrentan crisis mediáticas y para ello tienen personas expertas que se dedican al manejo de crisis
El presidente López Obrador está cometiendo el peor error de comunicación en lo que va de su sexenio. Ante los reportajes presentados por la casa de Houston en la que vivió su hijo mayor, en lugar de despejar cualquier cuestionamiento, el Presidente se puso los guantes y despotricó contra Carlos Loret y contra Carmen Aristegui, sin diferenciar. En el pleito personal con el primero, AMLO usó información "que le pasaron" y que detalla supuestos montos de dinero que hacen dudar si el jefe del Estado mexicano usó al SAT para atacar a un ciudadano privado, violando así la Constitución, el código fiscal y algunas otras leyes más, o si simplemente mintió.
Todos los gobiernos enfrentan crisis mediáticas y para ello tienen personas expertas que se dedican al manejo de crisis. En el caso de la crisis por la casa de Houston, la comunicación del Presidente no ha hecho más que abrir más preguntas sobre otros posibles conflictos, ya no con Baker Hughes sino ahora también con las empresas de Daniel Chávez. Quisieron apagar un fuego y sólo lograron incendiar un bosque. Al exhibir supuestos datos financieros de un ciudadano privado y al responder con la información laboral de José Ramón López Beltrán, generaron una mayor crisis y escalaron el conflicto, casi en un tono bélico.
En las redes sociales, los perfiles más 4teístas minimizaron el terrible fin de semana mostrando videos del Presidente en Sonora y el cariño de la gente. Muchos recordaron la obviedad de que "Twitter no es México" e incluso retaron a quienes organizaron un maratón de más de 7 horas y al que se conectaron más de 60 mil personas a mostrar ese músculo en las calles. Las voces más lopezobradoristas respondieron alimentando el conflicto. "Es momento de definiciones", "hay que ver quiénes realmente están con la 4T", escribieron algunos y ese mismo tono tiene el desplegado de las y los gobernadores de Morena en el que respaldaron al Presidente. Se están escuchando en una cámara de eco sin autocrítica. El movimiento del líder que supo claramente denunciar a los gobiernos del pasado por errores similares, hoy se escuda en "no somos iguales", pero esta narrativa ya se desinfló. La fisura ya está hecha y es autoinfligida.
En el 2018 AMLO marcó un hito en la historia del País: Ganó la Presidencia de México con el mayor número de votos registrados, con el mayor margen de diferencia del voto respecto a su rival más cercano y le dio a un partido de reciente creación y con ideología de izquierda la mayor presencia legislativa de la historia electoral. ¿Cómo lo hizo? En 2006 votamos por él más de 14.7 millones; en 2018 votamos por él más de 15.8; pero en 2018 fuimos más de 30.1 millones de votantes. En las tres elecciones, AMLO mantuvo la misma promesa: Primero los pobres y lucha contra la corrupción. El sexenio de Peña fue tan corrupto que finalmente el mensaje de AMLO resonó más allá de sus votantes tradicionales y duplicó su apoyo electoral.
El sexenio no se ha acabado. Le quedan poco más de 2 años y 6 meses. El Presidente no encuentra cómo contestar a esta crisis. Quienes le dicen que la misma estrategia que le ha servido para confrontar a quienes cuestionan el mal manejo de la pandemia, el desabasto de medicamentos, la violencia, la militarización, la política migratoria, la distancia con los feminismos, los asesinatos de periodistas, la promesa incumplida del juicio a ex presidentes, y todos los demás fuegos prendidos en el sexenio, no le hacen ningún favor, ni al Presidente ni a quien lo busque suceder en el 2024. Los números del 2018 difícilmente serán los del 2024, especialmente en los núcleos urbanos bien informados.
La oposición ya tiene hoy una narrativa clara, sólo le falta definir a quiénes arropará para la CDMX y para la Presidencia. Lo peor que puede hacer este Gobierno es seguir la misma ruta de confrontación y de dinamitar puentes. Como escribió Haruki Murakami, hay que alejarse del faro para ver la luz, pero el Presidente y sus asesores están haciendo todo lo contrario, encandilados por la luz y oyendo un eco ensordecedor. No se trata de estar a favor o en contra de la 4T. Se trata de que no sean igual que los de antes, que es por lo que muchos sí votamos. Están tocando fondo.
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