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Por qué no dejo Twitter

La combatividad irracional y la violencia verbal en Twitter, Facebook e Instagram ha hecho que muchos, últimamente, anuncien su salida -¿huida?- de las redes sociales.

Seamos francos: Las redes sociales son una jungla. Siempre hay alguien atacándote; no sabes qué es lo que te pica y hasta la mejor de las intenciones termina tergiversada y aplastada. Pero es un espacio diverso, exuberante, intenso, plagado de información, abierto, sorpresivo, alternativo, emocionante, cuestionador, agresivo y útil. Por eso lo habitamos y no nos vamos.

La combatividad irracional y la violencia verbal en Twitter, Facebook e Instagram ha hecho que muchos, últimamente, anuncien su salida -¿huida?- de las redes sociales. Lo respeto; esta comunidad de anónimos -y no tanto- no es para todos.

No hay ninguna necesidad de reportar al mundo que desayunamos un jugo verde o de leer la opinión de un desconocido -que ni siquiera pone su foto y nombre real- sobre la última crisis en la frontera o en Siria. Eso es, casi, una tortura digital.

Pero me rehúso a dejar las redes sociales porque me perdería las voces de la oposición que son censuradas en la prensa oficial de Venezuela que tanto perturban al establishment de Washington; o las inusuales conferencias mañaneras de Andrés Manuel o los videos de testigos de accidentes y actos terroristas donde, físicamente, no puedo llegar en un minuto; o las fotos de los lugares a donde quiero ir en mi siguiente vacación; o las puntuales y divertidas correcciones gramaticales que nos hace Paulina Chavira o los enojos y mentiras del hombre más poderoso del mundo; o las luchas de los “Dreamers” y de los inmigrantes en primera persona; o las instrucciones del meteorólogo cuando hay un huracán cerca de mi casa en Miami; o las opiniones de mucha gente que no piensa como yo y que quiere hacérmelo saber; o por un millón de cosas más.

Eso -la posibilidad de encontrar algo que nos dé una lección- es lo que hace que levante mi teléfono cada mañana antes de saltar de la cama. Soy solo un usuario con un par de horas diarias frente a las pantallas y sigo, más o menos, a unas 100 personas o medio.

Pero también uso las redes como parte de mi trabajo y porque me conviene. Estoy convencido que no tendría mi empleo en televisión si no fuera porque busco, también, una presencia en otras plataformas. Hay una gigantesca migración de ojos de las pantallas grandes a las pequeñas. Y para no ser un dinosaurio en peligro de extinción en un noticiero televisivo a una hora fija, es preciso buscar espacio en sitios cibernéticos sin horarios.

Por ejemplo, hace un año inicié un programa de reportajes en inglés (“Real America”) que solo sale en Facebook Watch. Ahí he encontrado a muchos de los jóvenes que ya ni siquiera tienen un televisor. Y creo que una de las razones por las que me liberaron en Venezuela, junto a un equipo de Univision, después de una fatídica entrevista con Nicolás Maduro, fue por la tormenta de tuits que se desató.

Claro, se puede vivir sin las redes sociales. Pero yo, como periodista, he decidido quedarme. A pesar de los riesgos.

Asumo que casi todo lo que escribo o veo en un celular o en una computadora está siendo fisgoneado por un desconocido. Sin embargo, sí urgen nuevas regulaciones para que las compañías respeten nuestra privacidad, no compartan nuestra información personal y no promuevan a grupos de odio.

Esto no significa que estemos indefensos en la selva digital. Bloquear es uno de los pequeños placeres de la vida digital. Bloqueo regularmente a gente que insulta, que hace ataques personales, que hostiga o que aparenta ser un “troll” o “bot” sin cara, sin seguidores- y que sigue a su jefe y al mismo grupito de incordios.

Pero estoy metido en las redes sociales porque son una extraordinaria herramienta de comunicación y ahí puedo poner a prueba mis ideas y argumentos. ¿Por qué negarse a usar uno de los principales inventos de nuestros tiempos?

Al final, no debemos olvidar que nuestra participación en las redes sociales es absolutamente voluntaria. Basta un clic y estamos fuera. Y si tienen algo que decirme me encuentran en @jorgeramosnews

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