Edición México
Suscríbete
Ed. México

El Imparcial / Columnas / Columna México

Políticas expropiatorias

De no ser por los llamados pequeños propietarios el campo mexicano sería totalmente improductivo

Noche de bodas. El novio había pedido una botella de champaña. Después de apurar tres o cuatro copas cobró ánimos por fin y con voz solemne le dijo a su flamante desposada: "Gerinelda, debo hacerte una confesión. Antes de conocerte cometí el error de casarme tres veces". "No te preocupes -respondió ella-. Antes de conocerte yo cometí tres errores sin casarme". Quien esto escribe ignoraba lo que es una anfibología hasta que consultó el lexicón de la Academia y aprendió que la anfibología es un vicio del lenguaje que consiste en usar las palabras en manera que puede prestarse a varias interpretaciones. El herrero del pueblo instruyó a Babalucas, su ayudante: "Pondré en el yunque esta herradura al rojo vivo. Toma el martillo grande, y cuando yo mueva la cabeza golpéala". Ahora Babalucas es el nuevo herrero del pueblo. Delante de sus papás Pepito le pidió a su hermana mayor: "Vamos a jugar a los encantados". Respondió la muchacha: "Ya estoy muy grande para jugar a eso". Pepito justificó su petición: "Es que oí a tu novio decir que anoche te dejó encantada". He aquí una frase merecedora de ser inscrita, si no en bronce eterno o mármol duradero, sí por lo menos en plastilina verde: "Todos los males del mundo comenzaron el día en que un hombre fue lo suficientemente imbécil para decir: 'Esto es mío', y los demás hombres fueron lo suficientemente imbéciles para creérselo". La frase es de Rousseau. Seguramente la dijo en una conferencia mañanera, porque es falsa. La propiedad privada no es invención humana: Es cosa que pertenece a la naturaleza. El celibato sacerdotal y el comunismo son por igual inventos contra natura. Los animales usan sus deyecciones para marcar su territorio, tal como hacen los hombres con sus escrituras de propietarios. Cuantas veces los políticos han atentado contra el derecho de propiedad sus acciones han traído consigo males de todo orden. Las haciendas mexicanas del porfiriato, por ejemplo, eran entidades altamente productivas, y burda leyenda negra es la el hacendado explotador que trataba a latigazos a sus peones y ejercía sobre sus esposas e hijas el derecho de pernada. El caso general era el del patrón paternalista que cuidaba de sus trabajadores, pues en su bienestar estribaba su provecho. El ejido, por el contrario, a más de ser origen de una rampante corrupción, trajo consigo el empobrecimiento del campo y de los campesinos, que han abandonado o vendido sus parcelas, han emigrado a las ciudades o viven sin trabajar merced a las dádivas que reciben del Gobierno. De no ser por los llamados pequeños propietarios el campo mexicano sería totalmente improductivo. Digo todo esto acerca de la propiedad porque Jaime Bonilla, gobernador de Baja California, contlapache de López Obrador y su émulo, está llevando a cabo una intentona para expropiar los terrenos de un club deportivo de propiedad privada. Esa acción es preocupante, pues ya en otra ocasión Bonilla le ha servido a AMLO para tantearle el agua a los camotes, según dice la expresión coloquial, como cuando el bajacaliforniano trató de reelegirse. De haberlo logrado probablemente habría nacido un mal pensamiento en la mente de López Obrador, si no es que no lo tiene ya. En caso de prosperar la expropiación de ese predio por parte de Bonilla eso será ominoso anuncio de políticas expropiatorias por parte de la 4T. Cuidado. La reprensión de la mujer fue áspera: "Está bien. Sigue esa vida de disipación que llevas. Sigue llegando a la casa a las 3:00 de la mañana; sigue emborrachándote todas las noches; sigue acostándote con el primer hombre que te lo pide. Pero eso sí: A nadie le digas que eres mi abuelita". FIN.

Catón

En esta nota