Oportunidades ante crisis
Un país extraordinario como Estados Unidos, tiene también grandes claroscuros sociales. Por eso, ellos pueden elegir a un Lincoln, un Roosevelt o un Obama…
Por más de tres décadas, Donald Trump se encargó de crear e inflar su marca personal, su ego. Desde principios de los años ochentas, comenzó a auto-promoverse en talk shows nocturnos y a pagar para aparecer en revistas como Forbes. Tomando en cuenta la cultura al dinero y a la riqueza material que ha vivido Estados Unidos, Trump ocupó la figura del “gran magnate americano”, una suerte de neo-Gatsby, con mansiones, aviones, mujeres; desde entonces, comenzaba a dar una opinión -muy ignorante y pobre, por cierto- sobre el rumbo de Estados Unidos y su relación con el mundo. En entrevistas (disponibles en Youtube) con personalidades de la televisión y la radio como David Letterman o Howard Stern, resultaba fácil poder identificar la gran debilidad en Trump por ser admirado, por ser el centro de atención, por ser reconocido. Detrás de la fantochería, la misoginia o el alardear por cosas como la evasión fiscal, su perfil psicológico mostró a un hombre que edificó, arriba de una profunda inseguridad, un gran rascacielos donde habitan la prepotencia, el abuso, y la urgente necesidad de que se le muestren miedo.
Un país extraordinario como Estados Unidos, tiene también grandes claroscuros sociales. Por eso, ellos pueden elegir a un Lincoln, un Roosevelt o un Obama… pero esa misma sociedad puede también identificarse con un Trump. Creo que el pueblo estadounidense es predominantemente bueno, pero una gran porción de su población vive en condiciones de vulnerabilidad política crítica, pues han consumido por décadas la propaganda vacía que sus políticos y sus medios les han alimentado. Algo similar sucede en nuestro país. Luego entonces, una población sin gran formación política y con información de muy pobre calidad, es altamente susceptible a ser manipulada en la dirección en que más le convenga a determinado grupo en el poder… o que aspire a él.
En un contexto así, resulta fácil entender que Trump haya ofrecido soluciones tan tontas, vacías y torpes… y una gran masa electoral le creyese. Es la misma sociedad que compró el cuento de que él era un empresario exitoso (y no, en realidad, que fue un experto en llevar a múltiples negocios a la quiebra). Va otro ejemplo, con el famoso muro: la inmensa mayoría de esos ciudadanos desencantados con su realidad (que lo eligieron) ni siquiera saben que la barda ya existe en una gran extensión fronteriza y que en aquellos lugares donde no está levantada, es más factible que un inmigrante muera deshidratado a que finalmente alcance su destino. Una propuesta inviable y francamente estúpida (sin hacer ninguna valoración moral sobre ella) como esta resulta atractiva para los ignorantes, los vulnerables: irónicamente, muchos de ellos son “el pueblo bueno y sabio”, pero versión gringa.
Recordemos estos tres elementos: el hambre ególatra, el abuso al débil y el explotar la ignorancia de los demás. El resultado nos permite entender, con suma facilidad, la última amenaza tuitera de Trump: la ocurrencia de subir los aranceles a las importaciones provenientes de México. Trump únicamente le está predicando al coro, le está hablando a su base, pues el resto del país, con formación e información liberal, no le cree y ya lo está enfrentando por esta medida. En una postura como esta, Trump no gana popularidad ni apoyo, sino continua en su brecha divisoria rumbo al 2010… y aunque quisiéramos “darle el avión”, sucede que este individuo es el presidente del país más poderoso del mundo y del cual nuestra economía depende brutalmente. Eso es lo que lo hace peligroso.
Uno de los errores críticos del gobierno de Peña fue darle las riendas de la relación bilateral a Videgaray, pues él quiso aplicar la lógica del rancio influyentismo chilango, creyendo que por ser “cuate” del yerno de Trump, se lograrían los acuerdos en lo oscurito… al estilo en que operaban en México, pues. Craso error, pues Kushner es para Trump el hijo que no tuvo, identificó en él sus propias condiciones humanas. Por esto, el gran poder del yerno.
Aplaudo la carta que nuestro Presidente envió a la Casa Blanca. Es, además, una excelente coyuntura para amalgamar las simpatías y el apoyo general del pueblo mexicano alrededor del país y de su liderazgo. Tenemos la gran ventaja de que Ebrard encabeza nuestra representación allá. Es el miembro del gabinete con la sofisticación y la experiencia necesarias para enfrentar una crisis como ésta. Llegó el momento estelar para el canciller mexicano. Estoy seguro que don Marcelo tiene también un as bajo la manga: el principal y más importante elemento en la defensa de los intereses de México, es de corte 100% neoliberal… son los miles de millones de dólares que capitales estadounidenses tienen invertidos en producción en México. Como aquí hay mano de obra buena y sumamente mal pagada, ellos invierten aquí y la medida de Trump les afectaría severamente. Allá, cuando esos capitales levanten el teléfono y le ladren a sus congresistas en Washington, comenzaremos a ver cómo se calman las aguas. Acuérdense de mi: el hábil manejo de la crisis con Ebrard y la narrativa patriota de AMLO, representarán una gran bocanada de oxígeno puro para la 4T.
El autor es Presidente Fundador de Creamos México A.C. y especialista en políticas públicas por la Universidad de Harvard. jesus@creamosmexico.org
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