¿Movimiento Naranja?
Ahora MC repite la fórmula que le sirvió con Samuel, pero en Quintana Roo. Al darle la candidatura a la gubernatura a Roberto Palazuelos.
Nuestro sistema de partidos está en crisis. Morena vive una disputa interna por el control de un partido poco institucionalizado, con un solo liderazgo y con la ambición de por lo menos cuatro de sus principales cuadros para ser el sucesor o sucesora de AMLO. Por su lado, los partidos de oposición siguen sin recuperarse del tsunami electoral del 2018. Su victoria en la CDMX en el 2021 quizás les haya dado oxígeno para disputarle la ciudad a Morena en el 2024, pero no para la Presidencia. El PAN tiene en Anaya a la principal figura opositora hoy, pero éste sigue en el autoexilio en EU, construyendo un personaje de redes sociales y supervisando un partido conservador en temas sociales en un país joven y más liberal de lo que se piensa. En el PRI no se ve hoy a una sola figura que destaque y tenga posibilidades, mientras que el PRD parece al borde de la extinción. Movimiento Ciudadano (MC) parece la única apuesta interesante y diferente, pero su futuro es un enigma.
Movimiento Naranja, como dice el lema de la pegajosa canción que ha usado este partido, presume ser un movimiento ciudadano y progresista. Y algunas de sus figuras en efecto respaldan esta visión. Patricia Mercado es una feminista que viene de la sociedad civil, que ha apostado por plataformas partidistas de izquierda, candidata presidencial mucho más liberal que AMLO en 2006 y hoy senadora de la República, desde donde ha impulsado la regulación de la mariguana, desmilitarización, derecho a decidir, prohibición de terapias de conversión, trabajo digno y bien remunerado para trabajadoras del hogar, entre tantos otros. Patricia podría ser la evidencia de que MC sí es un partido progre y con las mejores intenciones. Lo mismo si vemos a algunas otras figuras ciudadanas a las que este partido le ha abierto sus puertas, como a la feminista Martha Tagle, quien fue diputada de MC, pero a quien le negaron la posibilidad de buscar la reelección. Lo mismo con el francomexicano Aurelién Guilabert, la activista y hoy senadora Indira Kempis, Martín Vivanco en Durango o Luis Donaldo Colosio en Monterrey. Todos ellos son jóvenes promesas de la política de izquierda progresista.
Sin embargo, el atractivo de MC desvanece cuando Samuel García, su gobernador en Nuevo León, utiliza a un bebé de cinco meses con discapacidad para hacer un lamentable espectáculo con su esposa, Mariana Rodríguez. En cualquier otro país, este episodio habría sido un escándalo con consecuencias, incluso la renuncia del Gobernador. En México el tema no dio más que para ser tendencia en redes sociales durante un fin de semana. Y ante este hecho, MC no emitió condena, ni boletín ni nada. MC parece decirnos que la gubernatura de NL bien vale la explotación de un menor. El progresismo, el interés superior del niño y sus derechos aquí no importaron.
Ahora MC repite la fórmula que le sirvió con Samuel, pero en Quintana Roo. Al darle la candidatura a la gubernatura a Roberto Palazuelos, MC parece un partido sin brújula ideológica. Pone a un candidato polémico en redes, con cierto reconocimiento de nombre, nula experiencia en la política y sin arraigo popular en la entidad. Su experiencia es ser empresario hotelero y restaurantero en la devastada zona de Tulum, pero sin trabajo territorial. Lamentablemente algunas de las mismas figuras que callaron sobre Samuel, Mariana y la explotación de un bebé, ya subieron fotos a sus redes sociales con el autodenominado "diamante negro". Movimiento Naranja parece sólo apostarle a la "mirreynización" de la política con esta candidatura en lugar de a un verdadero Movimiento Ciudadano.
El 2024 está aún lejos en el horizonte y la y los precandidatos de Morena sólo apuntan al desgaste si se adelantan a los tiempos, pero mientras que en los principales partidos de oposición no se vea hoy una sola figura viable y mientras que MC apueste por personajes de redes más que de sustancia y arraigo, Morena tiene el camino fácil para quedarse otros seis años, por lo menos. A ningún país le conviene un sistema de partidos tan frágil, un árbitro electoral que parece precandidato presidencial y la ausencia de una brújula ética e ideológica en la política.
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