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Mirador

A mí no se me aparecen los fantasmas.

Dicen las buenas gentes de Ábrego que la casa morada del Potrero está llena de fantasmas.

Yo nunca los he visto. Miro muchos fantasmas de vivos eso sí, en las calles de la ciudad, pero en la antigua casona de la hacienda no veo otro fantasma que el que me muestra el espejo cuando me acerco a él.

Cuentan los que han vivido aquí que se aparece el espectro de Lucita de la Peña, muerta la víspera de su boda con un militar francés apellidado Chapdelaine. Dicen que por las noches vaga la sombra de don Antón Calino, avaro sin familia. Solía cubrir su lecho con monedas de oro y luego se acostaba sobre ellas. Murió con una rata en la boca, narra la leyenda.

A mí no se me aparecen los fantasmas.

Quizá me tienen miedo.

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