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Manada de mamuts

El Presidente performativo y el Ejército al que ha enriquecido con la obra. Ambos montados a la macha sobre el lomo de un arcaico -pero muy fotogénico- mamut mexicano nombrado Felipe Ángeles.

El miércoles pasado, 897 mexicanos murieron por Covid-19, según cifras oficiales. Pemex perdió 37,358 millones de pesos en el primer trimestre de 2021, y en los hechos es una empresa quebrada. Hay un promedio de 97 homicidios dolosos al día. Niños con comorbilidades han tenido que ampararse para ser vacunados. Pero en vez de centrar la atención en esos temas, el presidente López Obrador decidió ocupar tiempo y recursos públicos a lanzar improperios y denostar mi columna "Mamut mexicano" publicada en este diario. En ella describí el modus operandi que explica la disfuncionalidad del Gobierno actual y analicé el caso de Santa Lucía para ejemplificar un patrón de manipulación y falta de transparencia. Al Presidente le molestaron específicamente las primeras líneas de la columna que reproduzco aquí, ya que defenderé las opiniones expresadas.

"O cooperas, o te corto el cuello. O juegas conforme a mis reglas, o te arruino. O haces lo que yo te ordene, o tu sufrimiento será aun mayor. Ese es el mensaje que la administración de López Obrador manda todos los días y es amenazante". AMLO intentó refutar esos juicios, reiterando lo que siempre dice: "Nada por la fuerza, todo por la ley y el Derecho". Esa afirmación es falsa. En múltiples ocasiones, el Presidente y sus colaboradores han actuado al margen de la legalidad, violando la Constitución, y recurriendo a presiones públicas y privadas a funcionarios, jueces, magistrados, autoridades electorales, activistas, reguladores, médicos, científicos, feministas, y periodistas para lograr sus objetivos. En el anexo a esta columna, que se puede consultar en la versión digital de los periódicos de Grupo Reforma, enlisto sólo algunos ejemplos del "Inventario nacional de la ilegalidad, la amenaza, y el amedrentamiento".

La crítica le caló por ser cierta. El Presidente se puso a la defensiva sobre Santa Lucía, e incluso negó que obligaría a las aerolíneas a cambiarse allá. Sin embargo, El Financiero después confirmó la existencia de un audio del subsecretario de SCT, donde expone exactamente lo que yo cuestioné. El Presidente alega que desde el 2014 hay un estudio de saturación del AICM, según el cual sólo deberían operar 61 vuelos por hora, pero ese límite se rebasó hace años. Hacia delante, AMLO podría recurrir a la aplicación de esa norma para obligar a algunas aerolíneas a volar desde Santa Lucía, pero aún así, eso no resuelve dudas pendientes y urgentes.

¿Puede utilizarse Santa Lucía a plena capacidad sin reducir las operaciones del AICM porque los aviones "se repelen"? ¿Cuáles son los avances de la infraestructura indispensable para que Santa Lucía sea seguro y eficiente más allá de la pista, la torre de control y la terminal de pasajeros? ¿Qué pasó con el tren que conectaría ambos aeropuertos? ¿Por qué en la página de Internet del AIFA sólo aparecen videos de YouTube y comunicados de la SCT sobre "estudios" de viabilidad que no se han hecho públicos? ¿Por qué el Gobierno no transparenta cuántos vuelos hay por hora en el AICM, para conocer la saturación real, y si se resolvería con Santa Lucía sin reducir el número de vuelos totales que salen del Valle de México? ¿Para lograr que las aerolíneas de bajo costo se trasladen ahí, el Gobierno subsidiará las operaciones de Santa Lucía? Estas preguntas son de interés público y no han sido respondidas de manera oportuna y verificable. Por ello, y con base en la información existente, reitero mi predicción: Santa Lucía será un caos caro, y un capricho cargado a los consumidores. Y los únicos ganadores: El Presidente performativo y el Ejército al que ha enriquecido con la obra. Ambos montados a la macha sobre el lomo de un arcaico -pero muy fotogénico- mamut mexicano nombrado Felipe Ángeles.

Finalmente, el Presidente que reclama mi falta de "ética" es el mismo que está construyendo el Tren Maya y Dos Bocas, con los mismos problemas de opacidad, violación a la legalidad, costos crecientes, desdén sobre el impacto ambiental, y ausencia de estudios técnicos de viabilidad y seguridad. Es el mismo que manejó mal la pandemia, que está malgastando recursos públicos, que ignora a las víctimas de la violencia, que destruye de manera irracional y construye de forma irregular una manada mesozoica de mamuts. Y con el afán de distraer o eludir cuestionamientos legítimos, la única estrategia que le queda es degradar la investidura presidencial para desacreditar a una ciudadana.

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