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Los políticos de oposición se transforman al ganar el poder

Ya como gobernantes y funcionarios, se vuelven optimistas: Si antes veían un panorama oscuro, ahora ven un presente y un futuro brillantes, aunque a veces la luz esté al final de un túnel.

Los políticos, cuando son de oposición, son pesimistas y acusan a los gobernantes de hacer mal todo o casi todo, y sin la menor vergüenza recomiendan soluciones para remediar los problemas sin que les importe en lo más mínimo qué tan descabelladas e irreales sean.

Cuando por fin obtienen el poder, se transforman. Lo que antes calificaban como graves problemas, ya no lo son; lo que había que resolver con urgencia, puede esperar un poco más; muchas propuestas que presentaron durante sus campañas para obtener los votos son olvidadas o modificadas.

Ya como gobernantes y funcionarios, se vuelven optimistas: Si antes veían un panorama oscuro, ahora ven un presente y un futuro brillantes, aunque a veces la luz esté al final de un túnel.

Ningún político se salva de experimentar esta transformación y ya en el poder defiende todas sus decisiones y acciones, exagera o transforma la realidad, afirma tener otros datos y hasta inventa una realidad alternativa.

Recordemos que Donald Trump, en febrero de 2016, cuando era aspirante a la candidatura presidencial, dijo que eran falsas las cifras del empleo elaboradas por el U.S. Bureau of Labor Statistics (BLS).  Aseguró que “El número no refleja la realidad. He visto números del 24%, en realidad vi un número de 42% de desempleo, 42%”.

Ya como Presidente, se olvidó de las mentiras que había propalado y usó los datos proporcionados por el mismo BLS para decir que bajo su Gobierno se estaban logrando tasas de desempleo mínimas, cuando la realidad es que estos mínimos se alcanzaron durante la administración de Barack Obama, quien la redujo del 10% al 4.7%.

En enero, dicha tasa fue de 3.5%, la más baja en 50 años, y Trump ya se veía reelecto este año.

Sin embargo, debido a la pandemia de Covid-19, en mayo esa tasa se elevó desmesuradamente y llegó a 14.7%, la más alta desde 1939.

Luego, la semana pasada, el BLS anunció que en mayo la tasa fue de 13.5%, 1.2 puntos porcentuales menor que la del mes anterior.

Apenas se difundió el dato, Trump pronosticó el rápido fin de la crisis económica refiriéndose a la famosa “V” que los economistas usan para describir una rápida recuperación de una economía. Eufórico, dijo: “Hemos estado hablando de una V. Una V es maravillosa. Esto es mejor que una V. ¡Esto es un cohete espacial!”.

Para los que entienden de estos asuntos, es obvio que Trump miente, y que si bien es una buena noticia que se hayan recuperado 2.5 millones de los poco más de 30 millones de empleos perdidos de marzo a mayo, lograr que los otros 27.5 millones recuperen sus trabajos va a tardar años.

De acuerdo con la Oficina de Presupuesto del Congreso estadounidense (Congressional Budget Office), pasarán 10 años para que la economía de Estados Unidos recupere los niveles que tenía antes de la pandemia.

Si así se ven las cosas en el País que es el principal socio económico del nuestro, no hay que ser un experto para imaginar cuál es el futuro económico de México.

Pese a lo anterior, el presidente Andrés Manuel López Obrador, optimista, dice que ve la luz al final del túnel.

¿Diría lo mismo si aún estuviera en la oposición? No, más bien todo lo contrario.

Como todos los políticos de oposición, se transformó después de ganar el poder.

 

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