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Lo bueno, lo malo y lo feo de AMLO

AMLO sigue siendo una propuesta de Gobierno superior a la que teníamos en los gobiernos anteriores.

Ya casi cumple un año el presidente Andrés Manuel López Obrador en la presidencia y es hora de hacer un primer balance. Trataré de destacar, a mi juicio, los aspectos más relevantes.



LO BUENO



AMLO sigue siendo una propuesta de Gobierno superior a la que teníamos en los gobiernos anteriores. De la política de engaño en la que nunca sabíamos si nos estaban dando gato por liebre hemos pasado a una política más auténtica en donde podemos no estar de acuerdo, pero vemos con más claridad lo que nos quieren vender. Entre Peña Nieto y López Obrador, éste último sigue siendo superior.



Lo mejor de AMLO ha sido su combate a la corrupción. Su diagnóstico del modus operandi de la corrupción y de su relación intrínseca con los regímenes políticos anteriores parece más certero que los diagnósticos que nos daban antes o que todavía nos ofrecen gobiernos estatales. Con AMLO ha bajado substancialmente la corrupción y esperamos que haga que sea más difícil volver a los patrones de saqueo y de privilegios a que nos tenían acostumbrados.



Además, con sus programas sociales y su política de “primero los pobres”, AMLO está atacando el problema estructural de México en donde hay grupos y estratos privilegiados y otros que son sistemáticamente discriminados y marginados. Es un Gobierno que, al menos en la retórica y en algunos hechos, vende mucha esperanza y mantiene a la gente ilusionada con un cambio estructural.



LO MALO



El problema es que los fines y las intenciones son muy buenas, pero los instrumentos y los medios no le alcanzan, se quedan cortos. Las soluciones que ofrece tienden a ser personalistas y no resuelven los problemas de fondo. En el caso de la corrupción, la solución es la persona del Presidente y su honestidad. El día que él no esté, se acabará el remedio. Igualmente con la política social: Dar dinero ayuda y alivia carencias, pero crea dependencia y no saca de la pobreza. Para que haya soluciones de fondo se requerirían instituciones impersonales, que trasciendan al Presidente y a su Gobierno. Hasta ahora las soluciones y políticas ofrecidas contra la corrupción y la pobreza no crean ciudadanía, ni convocan a la participación social; son muy efectivas para el culto de la personalidad, pero no resuelven el problema.



Por otro lado, hay otras dos políticas principales que están haciendo agua y que pueden hundir el barco: El combate a la violencia y el manejo de la economía. La Guardia Nacional no se ve que esté dando resultados y ya no se cumplió con la meta de bajar los índices en seis meses; hasta ahora la violencia sigue galopante. En la economía tampoco ha cumplido con el crecimiento anual de 4%, superior a los mediocres crecimientos del “periodo neoliberal”. Estamos con mucho “desarrollo” pero con cero crecimiento. El problema es que la falta de crecimiento socava el desarrollo, sobre todo cuando éste no es sólido y se basa sólo en dádivas.



LO FEO



Lo feo es la amenaza latente de que busque prolongarse en el poder con artimañas. A pesar de cartas notariadas, tiene poco respeto al Estado de Derecho y está cayendo en la enfermedad del poder. Por aquello de la superioridad moral, puede hacer muchas arbitrariedades. Morena va con todo y opera como si su mayoría le diera autorización para brincar las trancas y convertirse en dictadura. Ahí están Muñoz Ledo queriendo prolongarse en la presidencia del Congreso, Bonilla alargando su periodo en Baja California y el asalto a los órganos autónomos donde el último capítulo es la Comisión de Derechos Humanos. El resultado de las elecciones intermedias va a determinar si se avanza por este rumbo o no. Así estamos.

CURRÍCULUM: Nicolás Pineda. Analista político.

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