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Las ocurrencias de López Obrador

“No me gustan las películas pornográficas -decía don Frustracio-. Odio ver a un cab... que en 5 minutos goza más de lo que yo he gozado en toda mi desgraciada vida”.

“No me gustan las películas pornográficas -decía don Frustracio-. Odio ver a un cab... que en 5 minutos goza más de lo que yo he gozado en toda mi desgraciada vida”. En la oscuridad del autobús de pasajeros las dos amigas que viajaban juntas iniciaron una conversación interesante, pues pensaron que nadie las oía. Dueñas las dos de magníficas gracias corporales se preguntaron por cuánto las darían. (Las gracias).

Empezaron diciendo que por 10 mil pesos, pero en vista de la situación económica reinante fueron haciendo consideraciones: Por 5 mil, por 4 mil. El tipo que iba en el asiento de al lado les pidió: “Despiértenme por favor cuando lleguen a 200 pesos”. En la clínica de maternidad dona Fecunda dio a luz a su hijo número catorce. Su marido entró en la sala de partos y le dio un beso en la frente. Y dijo doña Fecunda con enojo: “¿Ya vas a empezar otra vez?”. Entre las muchas ocurrencias con las cuales ha gobernado López Obrador destacan dos: La cancelación del aeropuerto de Texcoco y la idea de rifar el avión presidencial. La primera ocurrencia fue trágica; la segunda es cómica.

Aquélla, la del aeropuerto, nos acarreó descrédito en el extranjero; ésta, la de la rifa, será motivo de irrisión. La propuesta del tal sorteo es tan descabellada que resulta inverosímil que el Presidente la haya hecho. Se tomaría por broma o burla si no se supiera que AMLO en verdad la hizo. El mismísimo secretario de Comunicaciones la creyó invención apócrifa hasta que tuvo la evidencia de que aquello que se achacaba al tabasqueño era cierto. Se vio entonces en el caso del burócrata al que alguien le manifestó: “Los cocodrilos vuelan”. Se exaltó el empleado: “¿Quién dice tamaña pend...?”.

Precisó el otro: “Eso lo dijo el Presidente”. “Bueno -enmendó al punto el obsecuente servidor-. Sí vuelan. Pero bajito ¿eh?”. Vayamos con cuidado, sin embargo. No dejemos que cosas de mera superficie -lo de la rifa lo es- nos distraigan de temas de importancia para la República como la evidente incapacidad del régimen para enfrentar los graves problemas del País, especialmente los que tienen que ver con la seguridad, la economía y la salud. Mucho ojo. Los gobernantes con tendencia absolutista como AMLO suelen ser grandes distractores: Con una mano le cortan la cola al perro y con la otra se siguen apoderando del País dictando leyes a su medida y procurando someter en todas las formas a los ciudadanos. No perdamos de vista ni por un momento la propensión que muestra el Presidente hacia un Gobierno estatista y de dominio personal.

No dejemos que el régimen nos entretenga con fruslerías como ésa de la rifa, que bien podría calificarse de halada -con hache aspirada- si el término no fuese tan plebeo. Dijo el nieto: “Estás gordo, abuelo”. “Sí -respondió tristemente el señor-. Como una tapia”. El petrolero texano llegó al Five Continents and Pecos Bank y pidió un préstamo. Le preguntó el gerente: “¿Cuánto necesita?”. Inquirió a su vez el magnate: “¿Cuánto tienen?”. Una encuestadora interrogó a 10 hombres: “¿Qué es lo primero que notan en las mujeres?”. Todos respondieron: “Los ojos”. En seguida la encuestadora les preguntó a 10 mujeres: “¿Qué es lo primero que notan en los hombres?”.

Respondieron las 10: “Que son unos mentirosos”. Don Chinguetas llegó a su casa después de una larga jornada de trabajo en su oficina. Derrengado se desplomó en el sillón de la sala. Al punto fue hacia él su esposa, doña Macalota; se le sentó en el regazo y empezó a llenarlo de besos y de mimos al tiempo que le decía palabras cariciosas: “¡Mi amor! ¡Mi vida! ¡Papacito!”. “Déjame -le pidió don Chinguetas-, o pensaré que todavía estoy en la oficina”. FIN.

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