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La muerte se pasea por el Zócalo, invitada del Presidente

El que López Obrador insista en no ser un ejemplo para la población, vísperas del regreso a clases, en cosas tan básicas como usar cubrebocas e insistir en la sana distancia, es de una negligencia criminal

La fotografía que publicó esta semana el Presidente de México, cortándose el pelo, en su oficina en Palacio Nacional, sin cubrebocas, es un recordatorio de que Andrés Manuel López Obrador simple y llanamente no toma en serio la amenaza que representa la Covid-19 para la población. Esta imagen se publicó días después de que miles de personas conmemoraran los 500 años de la caída de Tenochtitlan. Parecía que el mismo Presidente invitaba a la muerte a pasearse por el Zócalo de la Ciudad de México, ya que López Obrador presidió la conmemoración sin cubrebocas, a pesar de que la Ciudad de México se encuentra entre semáforo naranja y rojo. La Secretaría de Salud y la jefa de Gobierno de la Ciudad de México difieren en este punto.

Pero el Presidente decidió que la capital se encontraba en semáforo naranja, tal vez buscaba reducir potenciales críticos de que se llevara a cabo la ceremonia del aniversario 500 de la caída de Tenochtitlan.

El problema es que, estando a dos semanas del inicio de clases presenciales ordenada por el mismo Presidente, uno asumiría que él tomaría todos los pasos necesarios para asegurar que los millones de niños y niñas puedan regresar al salón de clases. Eso debería de incluir recordarle a la población de la importancia de usar cubrebocas, mantener sana distancia, y tomar otros pasos necesarios para evitar eventos y contagios masivos de personas. Y obviamente vacunarse si hay dosis disponible.

Pero más que ser un líder que ante la crisis decidió públicamente subestimar los riesgos para la población, especialmente para los niños y adolescentes que no tendrán acceso a vacunas por lo menos este año, el Presidente ya dijo que no es necesario. En respuesta a preguntas sobre los peligros que representa el regreso a clases en medio de una tercera ola de Covid-19, López Obrador respondió: Tenemos que correr ciertos riesgos como todo en la vida, imagínense si no salimos por el riesgo a que nos pueda pasar algo, pues nos vamos a quedar todo el tiempo ahí, tenemos que enfrentar las adversidades.

La experiencia de la tercera ola que se vive este momento en Estados Unidos, debido a la variante Delta, donde hospitales en estados en Texas y la Florida están atiborrados de adultos que no están vacunados y de menores de edad. Pero el Presidente insiste que no hay que preocuparnos, ya que durante la conferencia de prensa aseguró que menos de 1.6% de los contagios son en menores de 18 años y ninguno de ellos está en una situación de gravedad. La misma Presidencia publicó un mensaje por Twitter para padres y madres de familia, con información sobre el regreso clases, donde se subraya que: En el mundo no existe evidencia de epidemia de Covid-19 en menores de edad. Obviamente el Presidente tiene otros datos.

En un país normal la persona que publicó este tuit o que le proporcionó la información del porcentaje de niños que se enferman de Covid-19, hubiera sido despedido a patadas. Pero el Presidente tiene sus propios datos, sin importar que contradigan la información médica, científica y la experiencia internacional. Y desafortunadamente a López Obrador no se le puede despedir por incompetente o negligente. Otra declaración muy aventurada del Presidente de esta semana fue puntualizar que México no utilizará una tercera dosis o segunda, según la marca de aplicación, hasta que haya pruebas científicas de que es necesario. Dijo que las farmacéuticas buscan que haya más consumo. En Estados Unidos ya están recomendando tercera dosis para personas con inmunidad comprometida. Se filtró que en los siguientes días los asesores médicos de Biden recomendarán una tercera dosis después de ocho meses de recibir la segunda dosis. Las declaraciones del Presidente de no vacunar a menores ni ofrecer tercera dosis, podrían traducirse en un Presupuesto de 2022 que no incluya recursos para la vacunación masiva que seguramente tendrá que llevarse a cabo si nos basamos en la experiencia internacional.

Por eso, el que López Obrador insista en no ser un ejemplo para la población, vísperas del regreso a clases, en cosas tan básicas como usar cubrebocas e insistir en la sana distancia, es de una negligencia criminal.

¿Cómo insistir a la población, especialmente a la gente joven, que tome los pasos necesarios que incluye usar cubrebocas y no tener reuniones o fiestas masivas, si el Presidente tuvo una megacelebración en el Zócalo el fin de semana?

¿Y para el 15 y 16 de septiembre, AMLO pedirá que se celebre El Grito en casa? ¿O de nuevo invitará a la Muerte al Zócalo capitalino?

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