La incompetencia como estrategia de seguridad
La historia documenta como individuos que tenían la experiencia y la capacidad para ser extraordinarios gobernantes, resultaron ser un desastre simple.
Las decisiones y los comentarios de Andrés Manuel López Obrador están semana me forzaron a revisar algunos de mis pronósticos de los eventos que podrían marcar los siguientes años de esta administración: Sin lugar a duda, el Presidente de México es un hombre con suerte.
Y esto no es poca cosa, en muchos libros sobre liderazgo político, entre los factores que definen cómo evalúa la historia los resultados de un gobernante, está entre ellos el elemento de “suerte”.
La historia documenta como individuos que tenían la experiencia y la capacidad para ser extraordinarios gobernantes, resultaron ser un desastre simple y llanamente por factores fuera de su control.
Por ejemplo, tenemos Joe Biden, probablemente la persona más preparada para ser Presidente de Estados Unidos, con casi 40 años de experiencia legislativa y ocho años como vicepresidente.
Pero recibió a un país dividido, un mundo que continúa conviviendo con Covid-19, la invasión de Ucrania y el impacto en el mercado alimentario y energético, probable pérdida de ambas cámaras por los demócratas, además de una inflación que podría llevar a Estados Unidos a una recesión el año entrante.
El factor “suerte” de Biden hasta la fecha podría reducirse a que la salud del Presidente parece estar estable, a pesar de su edad y las presiones que vive el mandatario.
Claro que López Obrador ha enfrentado retos importantes, incluyendo el impacto del Covid-19 en la economía, la salud de la población.
La historia eventualmente definirá, en algunos años, si la política de salud de la Cuarta Transformación fue un éxito o una negligencia criminal (considerando la gravedad de lo que representó la amenaza de Covid-19). Pero, a comparación de otros mandatarios, Andrés Manuel López Obrador es un Presidente con suerte Ya sea porque no ha tenido un escándalo, o tragedia que secuestre por completo su agenda.
También está la posibilidad de que este Gobierno ha sabido usar con efectividad la estrategia de la “Caja China”, desviando la atención de la población cuando surge acusaciones de corrupción (por ejemplo la ‘casa gris’) masacres (masacre familia LeBaron), claras violaciones a la Constitución y el Estado de Derecho (ustedes escojan su violación preferida) posiciones autoritarias (algo que sucede casi todas los días durante las “mañaneras”) o una abierta demostración de ignorancia (en este rubro, AMLO le saca ventaja al frívolo de Peña Nieto, aunque usted no lo crea).
Creo que el rubro donde menos se le ha criticado a López Obrador, pero que merece una medalla especial, es el nombramiento de un gabinete y de funcionarios más incompetentes en la historia del País, en los puestos más cruciales para la gobernabilidad de México. Botón de ejemplo sucedió esta semana con el nombramiento de Clara Luz Flores como titular del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública la misma semana que los datos oficiales del Gobierno subrayan que, en cuestión de homicidios, México sobrepasa las muertes desde que inició la guerra en Ucrania: Del 24 de febrero al 31 de mayo hubo 4,826 muertes (datos de la ONU) y en los primero trimestre en México hubo “oficialmente” 7,354 homicidios (esto no incluye obviamente la cifra de desaparecidos.
Esta semana asesinaron a dos jesuitas en Chihuahua. El problema del nombramiento de Clara Luz no sólo tiene que ver que tiene CERO experiencia en materia de seguridad pública, sino además está vinculada públicamente a la secta de Keith Raniere, líder de Nxivm.
¿Por qué este esfuerzo de nombrar a personas absolutamente incapaces, especialmente en las áreas más sensibles del Gobierno? Una explicación podría ser que, hasta el momento el “suertudo” de López Obrador y la Cuarta Transformación no han sentido presiones políticas por la incapacidad de la oposición y el poco espacio que tiene la sociedad civil para balconear la tragedia humanitaria que se vive en México.
Pero al pasar los días, semanas y meses, tampoco debería de sorprender al Presidente de México la narrativa que toma más fuerza a diario de que el Gobierno “negoció”.
Tal vez el nombrar a funcionarios tan, tan, tan incompetentes se traduce en una estrategia de “abrazos y no balazos” que no tiene nada que ver con una negociación. Es una estrategia de sometimiento del Estado al crimen organizado por incompetencia e incapacidad.
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