La cárcel del "Chapo"
Hay dentro un connacional del “Chapo”, Osiel Cárdenas Guillén, ex líder del cartel del Golfo.
Aunque el 25 de junio se define con certeza el sitio de prisión definitiva para Joaquín Guzmán Loera (JGL) -el “Chapo”- todo apunta a que será en el Centro Penitenciario y Administrativo de Máxima Seguridad en Florence, Colorado, conocido como el ADX por sus siglas en inglés. De este sitio tenemos muchísimas opiniones y no pocas versiones en los últimos tres días, especialmente en México, y tanto así, que el mismo Presidente de la República lo describió antier como “una cárcel hostil, inhumana”. Para darnos una idea más precisa de cómo es ese lugar debe uno entender que se trata de la prisión de más alta seguridad de los Estados Unidos; seguridad no sólo contra fuga de reos sino también contra la posibilidad de motines, agresiones entre internos, suicidio, daños al inmueble y al mobiliario e incluso amenazas contra los celadores. Garantizar todo esto debe suponer unas condiciones especiales: El penal está ubicado en una amplia extensión semidesértica, inhóspita, custodiado por enormes montañas muy difíciles de atravesar (las Rocosas o Rocallosas). A los internos se les pasa lista seis a siete veces diarias, de día y de noche. Allí purgan penas criminales de la talla de Ramzi Yousef, autor intelectual del bombardeo del World Trade Center en Nueva York en 1993; el terrorista del maratón de Boston, Dzhokhar Tsarnaev; Eric Rudolph, bombardero de los Juegos Olímpicos de 1996 y uno de los conspiradores del ataque a las Torres Gemelas, Zacarias Moussaoui. Hay dentro un connacional del “Chapo”, Osiel Cárdenas Guillén, ex líder del cartel del Golfo. Las celdas son individuales, sanitario dentro, de paredes gruesas y macizas, algunas protegidas con metal, tienen una ventanilla de un metro de alto por 10 centímetros de ancho (foto anexa) y dispuestas de tal manera que el reo solamente puede ver el cielo; los alimentos, correo, ropa y medicamentos se dejan en cada celda por la portezuela propia lo que implica que la hora de las comidas es solitaria; a través de una pantalla se transmiten programas instructivos y de contenido religioso. Se permanece en las celdas 23 horas diarias. Un ex celador ha descrito: “Desde el patio no se ve ninguna montaña, árbol, arbusto ni brizna de hierba, sino sólo el cielo” y “este lugar no fue diseñado para los seres humanos; no está diseñado para la rehabilitación. Punto. Fin de la historia”. Otro califica la prisión de Florence así: “La disposición básica tiene como objetivo el confinamiento solitario a largo plazo; el propósito es degradar poco a poco a una persona, mental y físicamente, a través de la privación ambiental y física”. Se sabe que allí dentro todo es silencio, se nota sólo el movimiento indispensable, la rutina es un tedio creciente a menos que el individuo tenga una capacidad asombrosa de asignarse actividades a sí mismo y por muchos años. La expresión de un conocedor del sitio es dramática: “Allí hay mucho de nada”. Pues sí, realmente se ve que es una sofisticada tortura, sin fin, aniquiladora. He leído una descripción comparativa que refiere que en Florence la comida es mejor que la que ha tenido el "Chapo" en los últimos meses en Manhattan, pero, aunque “las penas con pan son menos”, no sé qué tanto eso pueda aliviar en algo la tortura global. Para empezar, no hay un propósito para la reinserción social cuando un reo estará el resto de su vida en prisión, pero ni eso es justificación para reducir en nada el básico trato digno que merece toda persona. Al menos no le dieron pena de muerte, que fue gracias al acuerdo original con México al momento de su extradición en enero de 2017.
Médico cardiólogo por la UNAM.
Maestría en Bioética.
jesus.canale@gmail.com
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