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La canción que asusta a la dictadura en Cuba

En esta ocasión -con un tema que se hizo viral con más de dos millones de vistas en YouTube y que se puede escuchar fácilmente en Cuba a través de Internet- la tiranía tuvo que bailar al ritmo que le pusieron.

Una canción, “Patria y vida”, ha puesto a la defensiva a la dictadura cubana y la ha obligado a reaccionar públicamente. Esto es relativamente nuevo. En otras ocasiones, el régimen de La Habana sencillamente ignoraba la canción -el libro, artículo, declaración o persona- que la cuestionaba. La estrategia oficial favorita ante un asunto incómodo era aparentar que no existía. O reprimir y censurar.

En esta ocasión -con un tema que se hizo viral con más de dos millones de vistas en YouTube y que se puede escuchar fácilmente en Cuba a través de Internet- la tiranía tuvo que bailar al ritmo que le pusieron.

La popularidad de la canción y su difusión en las redes sugiere que los cubanos le están perdiendo el miedo a los agentes de la seguridad del Estado. Perder el miedo (o controlarlo) es siempre el primer paso antes de un cambio importante.

Los artistas detrás de “Patria y vida”, a cuatro de quienes entrevisté recientemente por Zoom desde las distintas ciudades en las que viven exiliados, ven una transformación profunda e irreversible en Cuba.

“Creo que este es el principio del fin de la dictadura”, me dijo Alexander Delgado.

“Son tiempos diferentes”, recalcó su compañero Randy Malcom.

La llegada de Internet ha sido un desafío para todos los regímenes autoritarios. La dictadura cubana no es la excepción y ha batallado en controlar su relato oficial, minuciosamente controlado por casi 60 años.

En la década de los 90, el Gobierno de la isla se conectó a Internet por primera vez, pero el acceso era costoso y muy limitado. Fue hasta 2013 que el oficialismo expandió el acceso público a la red y dos años después instaló una treintena de zonas con Internet inalámbrico. Ahora son cientos de lugares con Internet y el régimen ya no puede bloquear indefinida y totalmente su acceso. Y así ha dejado de dominar el discurso de lo que ocurre en la isla.

Esa ha sido parte fundamental de lo que se podría llamar una rebelión cultural en Cuba, que a partir de la visibilidad del movimiento San Isidro -formado por artistas, intelectuales y ciudadanos inconformes- y de canciones como “Patria y vida”, está experimentando un auge que tiene a la dictadura a la expectativa.

La canción -interpretada y compuesta por Yotuel Romero, Alexander Delgado y Randy Malcom (ambos de Gente de Zona), el cantante y compositor Descemer Bueno y los artistas invitados Maykel Osorbo y El Funkyhabla de la represión “a punta de pistola y de palabras” en que viven los cubanos, de la dignidad “pisoteada”, de la búsqueda diaria por dólares, de las madres que “lloran por sus hijos que se fueron”, del naciente movimiento San Isidro y del cansancio de esperar “un nuevo amanecer”. Son “60 años trancando el dominó”, como dice una típica frase en la isla, que significa dar algo por terminado.

La canción cuestiona a fondo al régimen que lleva 62 años en el poder.

“No más mentiras, mi pueblo pide libertad, no más doctrinas. Ya no gritemos ‘Patria o muerte’ sino ‘Patria y vida’”, dice en una de sus estrofas.

El líder oficial de la dictadura cubana, Miguel Díaz-Canel, salió a defender el lema castrista el 19 de febrero después de que “quisieron borrar nuestra consigna”.

“Patria o muerte gritamos miles anoche”, escribió en su cuenta de Twitter.

No ha sido el único en atacar la canción. Abel Prieto, presidente de la Casa de las Américas y ex ministro de Cultura, la calificó como un “panfleto musical” y un “cúmulo de consignas (...) con insultos propios de la peor propaganda anticubana”, según publicó la agencia Prensa Latina.

“Ellos (en el Gobierno cubano) están ahora en el momento de la perreta”, me dijo Descemer.

“Es una canción que los ha tenido locos porque el pueblo ya está viendo la mentira y el engaño que han hecho por más de 60 años”, agregó Randy.

Para estos cuatro cantantes, el costo personal ha sido muy alto.

“Mira, el precio creo que es no regresar a Cuba”, reconoció Descemer Bueno, con tristeza.

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