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La barbacoa

¿Tendrá consecuencias un almuerzo con barbacoa y consomé de borrego? Sí. Y explico por qué.  

¿Tendrá consecuencias un almuerzo con barbacoa y consomé de borrego? Sí. Y explico por qué.

El jueves 19, la secretaria de la Función Pública le colgó a Manuel Bartlett una medalla de buena conducta. Al día siguiente, cinco políticos importantes almorzaron en Querétaro y algún colaborador, mesero o acomedido (que en el pasado los llamaban “propios”) tomó la foto típica observable en las redes. Tenían poco tiempo de haber ordenado sus alimentos. El consomé ya reposaba sobre la mesa, pero a la dieta del cardiólogo le faltaba la carne, la pancita rellena de entrañas y, ¿por qué no? algunas cervezas mañaneras.

Me detengo en tres de los cinco protagonistas. El Presidente tiene la sonrisa natural del satisfecho con haber hecho su tarea. Frente a él y formando un triángulo, están Santiago Nieto (titular de la Unidad de Inteligencia Financiera) y Manuel Bartlett (director general de la Comisión Federal de Electricidad).

Bartlett ocupa un primer plano y tiene expresión de prócer de la Patria; se adelantó a los otros porque su consomé es el único con una gruesa capa de cilantro, cebolla y (tal vez) chile verde cortado en finos trocitos. A un lado del plato, está la cáscara de limón exprimido; combina con la sonrisa forzada e incomoda de Santiago Nieto. La mueca podría deberse a su inquietud por los efectos del almuerzo sobre sus arterias o porque sabe que él -el caza corruptos más mediático de la 4T- debió haber esclarecido el origen de las fortunas de Bartlett y su pareja sentimental, hijos y entenado. En lugar de eso, está como florero, posando para una foto incomoda.

El almuerzo se inyectó al encono nacional, porque el titular del Ejecutivo decidió publicar la imagen en sus redes sociales. Explicó dónde estaba, qué comería y al final lanzó un “¡buen provecho!” pensado para alborotar las vesículas adversarias y alebrestar a sus partidarios. Lo consiguió. La foto fue un electroshock sobre un sistema nervioso emocionalmente sobrecargado.

Fue un desplante de arrogancia, común en los gobernantes convencidos de que ellos sí controlan los hilos de la historia. Evoca actitudes de José López Portillo, Carlos Salinas de Gortari y Felipe Calderón Hinojosa. El primero alardeó: Debemos “acostumbrarnos a administrar la abundancia” y los saca-dólares y la corrupción le asestaron un sonoro tapaboca. Salinas descalificó a la izquierda con aquel “ni los veo ni los oigo” cuando los zapatistas ya desinflaban la burbuja tecnocrática. Calderón aseguraba -en los inicios de su Gobierno- que “esta guerra la vamos a ganar”. Sin comentarios.

¿Tendrá el actual Presidente la misma suerte, o será capaz de forzar la realidad en el molde de sus deseos? Imposible anticiparlo; nos faltan cinco años de vértigo e incertidumbre. Dicho esto ¿por qué se la juega tanto por Bartlett? Uno puede entender el agradecimiento porque Bartlett -seamos justos- apoyó sus candidaturas desde 2006, cuando todavía era senador priista. Han pasado los años y Bartlett sigue siendo un político tan tatemado, como la costilla consumida por el jefe de Estado, durante el almuerzo queretano.

¿Puede una medalla “patito” de buena conducta y un almuerzo con barbacoa borrar una biografía tenebrosa? No. Por supuesto que no. El fraude del 88 no se olvida y ahora tampoco su inexplicada fortuna o su gestión como secretario de Gobernación entre 1982 y 1988. En sus primeros tres años fue incapaz de detectar, que al menos 50 mandos de la Dirección Federal de Seguridad -empezando por su titular, José Antonio Zorrilla- estaban al servicio del crimen organizado. ¿Incompetencia o complicidad? Nunca ha sido explicado satisfactoriamente.

Otra señal ominosa es el regreso de Elba Esther Gordillo al ruedo político. Ella es emblema del pasado autoritario y corrupto y hace un par de semanas salió con un video de muy buena factura. Celebraba que un partido cercano a su familia -lo encabezan su yerno y su nieto- ya cumplió con los requisitos mínimos para ser partido. Redes Sociales Progresistas viene -y así lo ha declarado- a apuntalar a la 4T del Presidente. ¿Veremos en el 2020 algún almuerzo limpia-pasados incómodos?

El viejo régimen no se ha ido. Sigue robusto y vivo, empeñado en restregar en público las contradicciones de una transformación contradictoria, incierta y deseada.

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