La amenaza pueril de Trump
Las relaciones comerciales entre los dos países están reguladas por los tratados y las leyes internacionales, México no ha amenazado en ningún sentido a los Estados Unidos...
El Donald se comporta, una vez más, como el niño bravucón y de pocas luces del barrio: Intenta imponer su voluntad con su sola apariencia de gigante maleducado y prepotente, inventando agravios y diseñando maneras de cobrárselos, a la mala, “a lo chino” diríamos por acá si no fuera una afirmación un tanto racista y poco justificada.
Su última puntada, amenazar con poner un arancel progresivo a las importaciones mexicanas, es decir cobrar un impuesto del 5% que se vaya incrementando cada mes hasta llegar a ser del 25% en cinco meses, es una bravuconada inane, un intento poco ingenioso de asustarnos con el petate del muerto.
Las relaciones comerciales entre los dos países están reguladas por los tratados y las leyes internacionales, México no ha amenazado en ningún sentido a los Estados Unidos, más allá de estar cada vez más cerca, la ciudadanía de origen latina, de ser la minoría más amplia que vive y participa en su vida social y política; eso no es amenaza, sino simple estadística.
Por más grandote y desalmado que parezca, su intento tiene más dificultades que posibilidades: La medida en sí, tasar con 25% lo que les vendemos, se reflejaría bastante mal en los precios al consumidor gringo, los dañaría quizá más que a nosotros. Por otra parte, provocaría una crisis internacional al saltar unilateralmente sobre acuerdos vigentes en todo el orbe: Haría patente que su país no está dispuesto a respetar convenios fundamentales.
Ahora bien, conviene recordar al ramplón mandatario que el éxodo hacia su territorio tiene hondas raíces históricas en las invasiones, económicas y políticas que Estados Unidos propició desde fines del siglo XIX, al penetrar y dominar economía y gobiernos de algunos países centroamericanos para instaurar grandes plantaciones de frutas para alimentar su economía depredadora. Países bananeros les llamaban y los dejaron inmersos en pobreza crónica y malos gobiernos. Ellos mismos sentaron las bases para la actual huida de esa población hacia el Norte... parece más retribución que agravio.
Y si de ultrajes hablamos hay que insistir que sus adicciones y pésimas costumbres han provocado en México innumerables daños: El afán de permitir a sus ciudadanos paraísos artificiales fundados en consumo de estupefacientes, sustancias que fabrican estúpidos, han dado pie para que se forme una red delincuencial nunca vista en nuestro País, que constituye una seria amenaza a la seguridad y salud de nuestra población. Tenemos derecho a exigir al Trump que modere y ponga orden a los apetitos desenfrenados y disolutos de sus congéneres: Su degradación allá provoca muertes y desestabilidad mayúsculas, y enormes costos sociales y económicos en este lado de la frontera.
Y no podemos desestimar que los cientos de miles de asesinatos que hemos sufrido desde tiempos de Calderón al menos, han ocurrido por armas que sus comercios surten irresponsable y alegremente a los delincuentes nacionales, que allá generan ganancias, y por acá muerte y destrucción.
Si por cada muerto por arma de procedencia gringa, ilegal en México, demandáramos a sus vendedores e industriales de la aniquilación, probablemente tendríamos recursos suficientes para generar alimentos y educación y subsanar viejas inequidades sociales y económicas en nuestro terruño.
Ante estos malos modos debemos responder con dignidad y elegancia: Suspender lo más posible viajes y compras al otro lado; buscar nuevos mercados para lo que producimos, que nos hagan menos dependientes de su demanda; dejar de usar y comprar por acá sus marcas y baratijas, desde la Coca Cola hasta Microsoft; sus malos chocolates y golosinas tan edulcoradas que constituyen serias amenazas contra la salud; sus hamburguesas producidas industrialmente y sin sanidad, que mejores las hacemos por acá. Y ni hablar de sus hotdogs, que los nuestros son mejores, más sanos, baratos y famosos.
Y por lo pronto, esperemos a que el Trump recule, se dé cuenta que ni como vía para la reelección funciona, y busque explicaciones mentirosas para olvidarse de los aranceles ridículos.
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