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Inmolaciones

La de Virgilio Andrade fue por abyección, la de Irma Eréndira Sandoval por convicción. Ambos fracasaron. Enrique Peña Nieto y Manuel Bartlett siguen ocupando nichos preferentes en el “Santuario de los Presuntos Corruptos”. 

La de Virgilio Andrade fue por abyección, la de Irma Eréndira Sandoval por convicción. Ambos fracasaron. Enrique Peña Nieto y Manuel Bartlett siguen ocupando nichos preferentes en el “Santuario de los Presuntos Corruptos”.

El origen es idéntico: Periodismo de investigación de buena factura. Rafael Cabrera, Daniel Lizárraga, Irving Huerta y Sebastián Barragán, del equipo de Aristegui Noticias, expusieron la escandalosa historia de la “Casa Blanca” de Angélica Rivera y Enrique Peña Nieto. Areli Quintero asociada de Carlos Loret de Mola -reconstruyó la historia del enriquecimiento inexplicable de Manuel Bartlett. Los dos textos descansan sobre firmes columnas documentales, disponibles para los interesados. El Gobierno federal mandó las escandalosas revelaciones a la ventanilla de la secretaría de la Función Pública (SFP).

Virgilio, licenciado por el ITAM y maestro por la Universidad de Columbia, es el típico funcionario priista, en su versión tecnocrática neoliberal. Mil usos, brincó de la banca de desarrollo al Consejo del Instituto Federal Electoral, luego fue asesor en diversas áreas de la Secretaría de Gobernación y de la Presidencia de la República y se hizo un lugar en la historia de la corrupción como el titular de la SFP, encargado de limpiar la imagen de Enrique Peña Nieto.

Como entendía que sería sacrificado en el altar de la opinión pública cuando exonerara al Presidente, hizo un esfuerzo de transparencia -poco apreciado, por cierto- y abrió los expedientes de su investigación al escrutinio público. Su breve informe es escoltado por miles de cuartillas, todavía alojadas en el portal de la SFP.

La doctora en Ciencia Política Irma Eréndira Sandoval viene de sistemas universitarios públicos. En México, la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad Autónoma Metropolitana, en Estados Unidos, la Universidad de California. Es una académica bien formada: Tiempo completo del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM y Nivel III en el Sistema Nacional de Investigadores. Entiende la importancia de apuntalar sus afirmaciones con referencias, citas y anexos. En un sólido libro del 2011 dedica 28 páginas a la “Bibliografía y hemerografía”. Por esos antecedentes, me desconcertó lo descuidado del informe más importante de su carrera pública.

El informe de 29 cuartillas es lamentable tanto en el fondo como en la forma. Sólo investigó el año que lleva Bartlett como funcionario de la 4T. Dejó en paz a la pareja de 20 años y a los hijos de ambos; probablemente enriquecidos por la cercanía con el político. Se excusó diciendo que “ninguno de ellos es servidor público” y que la relación sentimental “no cumple con los supuestos jurídicos de cónyuge o concubina”.

Informa haber realizado “alrededor de media centena de diligencias ante quince instancias públicas y privadas de los órdenes federal y estatal”. Dedica 10 cuartillas a enumerarlas y cierra la pieza con un cronograma de las diligencias realizadas. Las 6,541 palabras carecen de anexos o documentos de respaldo. En resumen, Bartlett se portó bien durante el último año, pero seguimos ignorando el origen de su fortuna.

El informe y las declaraciones posteriores de la funcionaria se encuadran en la tradición de los funcionarios que esperan ser creídos, por ocupar un cargo jerárquicamente importante. El abucheo ha sido generalizado y quienes la defienden, sólo han lanzado frases vacías de contenido fáctico.

La historia se escribe con la competencia entre relatos. Sobreviven los que cuentan una historia creíble por la argumentación y los hechos confiables. Las filias, fobias e ideologías cuentan bastante menos. Con estos criterios, los informes de Virgilio e Irma Eréndira son derrotados por las investigaciones periodísticas.

La nave principal del “Santuario de los Presuntos Corruptos” sigue copada por funcionarios priistas -como Enrique Peña Nieto-. Un espacio más pequeño (y cuco) está reservado para panistas. Ya está en construcción una sección para los impresentables de la 4T -como Manuel Bartlett, el veterano de mil escándalos-.

Esta historia continuará. Peña Nieto y Bartlett seguirán siendo tema para periodistas de investigación. Las inmolaciones de los secretarios quedan como meras constancias del significado de la disciplina hasta la ignominia.

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