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Guerra

La violencia entre israelíes y palestinos no es nueva y tiene sus orígenes en al menos más de un siglo con la repartición del Medio Oriente entre potencias europeas.

No hay manera de ignorar lo que está ocurriendo en el Medio Oriente. El Gobierno de Benjamín Netanyahu responde de manera desproporcionada al terrorismo de Hamás. Israel está asesinando a miles de infancias y dejando sin agua y luz a más de 2 millones de personas. Esto es una verdadera catástrofe humanitaria en un momento en el cual el sistema internacional se está redefiniendo y en el cual Estados Unidos, la potencia hegemónica del mundo, atraviesa un momento de debilidad e indefinición.

La violencia entre israelíes y palestinos no es nueva y tiene sus orígenes en al menos más de un siglo con la repartición del Medio Oriente entre potencias europeas. Bajo los acuerdos Sykes-Picot, de 1916, Francia y el Reino Unido impusieron el control colonial de la zona. Posteriormente, en 1948, Israel autodecretó su existencia formal y desde entonces vive amenazado por sus vecinos árabes, ocupa territorios y decide la vida de millones de palestinos. En otras palabras, estamos ante una guerra esencialmente colonial, en pleno siglo XXI.

EU y el Reino Unido han sido los grandes aliados del Estado israelí desde el siglo pasado. En gran parte gracias al apoyo militar estadounidense, los israelíes han mantenido el control de la zona y se han defendido ante Egipto, Líbano, Siria, Irán, ante grupos fundamentalistas y terroristas como Hezbolá, Al Qaeda y Hamás, entre otros. Sin embargo, para los estadounidenses el escenario ha cambiado dramáticamente en los últimos 20 años.

La guerra y ocupación de Afganistán en 2001 y la invasión de Iraq de 2003 provocaron un desgaste político para el Gobierno de George W. Bush y para los republicanos y demócratas que apoyaron ambas coyunturas bélicas. El fracaso de “democratizar” Afganistán e Iraq ha significado un costo muy alto para millones de afganos e iraquíes, pero también para los contribuyentes estadounidenses. Por ello hay un fuerte rechazo del electorado al involucramiento militar de EU en otros países. Simplemente en este momento es casi imposible un compromiso militar más fuerte por parte de EU en la zona. Además, el apoyo a la causa palestina ha crecido entre los votantes estadounidenses. Por eso el presidente Joe Biden ha tenido que moderar sus declaraciones, mientras que Antony Blinken, el jefe diplomático de EU, busca todos los caminos posibles para el diálogo, pero éste no será inmediato. El Gobierno de Israel necesita dar una respuesta contundente por la masacre de sus civiles por parte de Hamás.

Para EU hay tres cosas que parecen fundamentales. Lo primero es rescatar a los rehenes con ciudadanía estadounidense que fueron capturados por Hamás. Hasta el momento se confirmó que este grupo mantiene por lo menos a 199 rehenes. Biden necesita salvar a sus ciudadanos y evitar una humillación global como la que sufrió el presidente Jimmy Carter con la crisis de los rehenes en Irán a fines de los setenta. Como Biden busca la reelección el año próximo, el tema se vuelve aún más importante para el demócrata.

Lo segundo que busca EU es que el conflicto no escale en la zona. Irán ha amenazado con “desaparecer a Israel de la faz de la Tierra” y una acción todavía más desproporcionada de Israel en Gaza podría ser el gatillo para que Irán ataque a Israel militarmente o para que el grupo Hezbolá haga lo propio desde Líbano, apoyado por el mismo Irán. Todo pende de un hilo y la diplomacia tarda en empezar a rendir frutos.

Finalmente, los estadounidenses quieren recuperar el proceso de paz en la zona. Los acuerdos de Abraham son los más recientes esfuerzos por avanzar en el camino de la paz entre israelíes y palestinos, pero francamente se ve muy difícil de conseguir. El reconocimiento del Estado de Israel por más países árabes se ve hoy imposible y las marchas que denuncian colonialismo de Israel en Palestina no hacen más que enterrar más ese acuerdo.

Las próximas horas son fundamentales para la vida de millones de civiles palestinos. En la mesura del Gobierno israelí está hoy la clave para detener lo que muchos ven como el inicio de una Tercera Guerra Mundial.

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