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Golpe de realidad

A los ciudadanos se nos metieron hasta la cocina de nuestra psique, con sus gritos, sus promesas huecas, sus berrinches. Nos estudiaron perfectamente y se dieron cuenta que los mexicanos caemos fácil en el fanatismo.

El espectáculo político de esta semana volvió a ser deplorable para nuestro México. Un México que atraviesa una serie de retos, de necesidades, de crisis serias. Fue la semana de las celebraciones de la Independencia y nos encontramos con la triste realidad de que al Gobierno federal ya no le importan las formas e incluyó a este momento tan importante para la Patria a personajes tan cuestionables como el dictador cubano Miguel Díaz-Canel o la milicia venezolana lanzando “vivas” a Hugo Chávez. Es tanta la soberbia que el Presidente ya no se mide para mostrarnos la clase de lacras a las que apoya y encima los trae a la fiesta más mexicana del año.

Hubo escándalo nacional, hace dos semanas, con la absurda presencia en el Senado del líder de VOX, el ultraderechista partido español, que fue invitado “a título personal” (ok) por el coordinador de los senadores panistas, Julen Rementería, en un evento que aglutinó a varios integrantes de “su” bancada.

Luego tenemos a los priistas dando tumbos porque a AMLO se le ocurre invitar al sinaloense Quirino Ordaz a encabezar la Embajada en España. Ni es diplomático ni tiene el perfil, pero algún compromiso hay. Lo peor es que el señor aceptó y ahora solamente falta formalizar. Y qué decir de las lamentables escenas en algunos “gritos”, como el de Isabel Arvide en Estambul, donde hizo héroe patrio a AMLO y tuvo un justo reclamo, pero no le va a costar el puesto. O la de Iztapalapa para la que no existieron los hombres en la Independencia. Hace tiempo que ni la solemnidad de nuestro “Grito” es respetada, empezando por el Presidente que menciona a quien considere su “target” para la siguiente elección.

Eso lleva a una reflexión en dos vertientes:

1.- Este País tiene tiempo manejado por políticos sin idea, sin rumbo. No hay preparación adecuada ni compromiso real con el pueblo. Son tipos (y tipas y tipes, pues) que solamente buscan poder y dinero. Lo peor es que no se ve la solución porque tendría que ser acompañada de la búsqueda de talentos diferentes (no necesariamente jóvenes o solamente mujeres). Que se les detectara, se les capacitara y se les diera la oportunidad. Pero no, los gabinetes siguen siendo feudos de incondicionales de los gobernantes, sin importar si encajan o no en las necesidades del cargo. Esa labor no la harán los partidos porque no les conviene, tienen décadas instalados en la comodidad de sus “nomenklaturas”, de sus mafias, de los mismos de siempre (incluye a los recién electos de Morena). Las universidades, con dos o tres excepciones, viven para ser negocios (las particulares) o cotos de poder (las públicas). Y los empresarios son muy felices pactando con el que llegue (del color que sea) porque saben que sin ellos no se puede gobernar, que cuando el trienio o sexenio termine ellos permanecerán. Por eso, los hombres de negocios tampoco le apuestan a inyectar dinero a proyectos de búsqueda y preparación de nuevos talentos. Habrá cambios de partidos, mezclas de nombres y apellidos, pero siempre los mismos dando vueltas. Con las mismas mañas, los mismos intereses… con cambios cosméticos y discursivos para calmar al “respetable”.

2.- Visto desde el pueblo, la cosa no cambia. A los ciudadanos se nos metieron hasta la cocina de nuestra psique, con sus gritos, sus promesas huecas, sus berrinches. Nos estudiaron perfectamente y se dieron cuenta que los mexicanos caemos fácil en el fanatismo. Vemos la política como si fuera una liga deportiva: Escojo un equipo y algunos jugadores, los hago mis favoritos, los apoyo, les echo porras y me peleo por ellos hasta con mi familia, aunque sepa que están en su mundo recibiendo sus sueldos millonarios y solamente nos usan para sus nuevos contratos. Cuando todo termina, unos lloran la derrota, otros festejan el “gran triunfo” y los dueños de los equipos hacen sus pactos, intercambian jugadores y se ponen de acuerdo para seguir cuidando, entre todos, el gran negocio. Llega “el día siguiente” al juego de campeonato (la elección ) y los fanáticos que anoche festejaban o lloraban, enfrentan su dura e irreversible realidad: Volver al trabajo, a batallar para completar el gasto, a quejarse y capear el temporal sabiendo que estamos solos. Así, en silencio, volvemos a nuestra vida rutinaria… a esperar que en dos años y medio empiece la siguiente temporada y va de nuevo todo el circo.

Como diría el gringo: It’s sad ‘cuz it’s true.

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