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Gobierno sin rumbo

El señor, confuso, acertó sólo a responder lo primero que se le ocurrió: "Es un paquetito de chicle".

El joven marido estaba disfrutando, ardiente, la unión de cuerpos con su linda esposa. Exclamó lleno de pasión: "¡En este momento no me cambiaría por el hombre más rico y guapo del mundo!". Le dijo ella: "¡Ay, qué malo! ¿Por qué no?". El abuelo permitía por juego que Pepito le metiera la mano en el bolsillo del pantalón para buscar alguna monedita. Esa vez el pequeño halló otra cosa. Preguntó "¿Qué es eso, abue?". El señor, confuso, acertó sólo a responder lo primero que se le ocurrió: "Es un paquetito de chicle". Le sugirió Pepito: "Necesitas comprar otro. Ése ya se te acabó". En los baratillos he comprado mis más caros libros. Uno adquirí hace tiempo, largo en título y largo también en interesantes datos. Se llama "Paisajes y leyendas. Tradiciones y costumbres de México", y es de don Ignacio Manuel Altamirano. Por él supe que los niños indígenas no jugaban ni al trompo ni con el papalote, pues eran juguetes propios de los niños españoles. Palabrista, palabrón y palabrero como soy me llamó la atención ver que el gran escritor usó el término "papalote" para nombrar al juguete que también es llamado cometa, papalota, barrilete, paloma, papagayo o volantín. "Papalote" es palabra mexicana; proviene de papalotl, que significa mariposa. En efecto, el vuelo de ese juguete parece el de una mariposa. A menos, claro, que no se le haya puesto cola, porque entonces el papalote da rabiadas, vuelcos insospechados, extraños giros, cambios súbitos. Pues bien: Como papalote sin cola anda el Gobierno actual. A los traficantes de drogas, asesinos, vándalos y extorsionadores les brinda abrazos, no balazos, y a los alcaldes los ataca con gases lacrimógenos a los que se da el título eufemístico de "aerosol defensivo natural". Protestaban esos munícipes por la drástica reducción en sus presupuestos, y reclamaban más recursos de la Federación para poder llevar a cabo sus tareas. La misma justificada queja tienen los gobiernos de muchos estados y numerosos institutos de investigación, universidades, centros de cultura y organismos de servicio social que por efecto de la llamada "austeridad republicana" carecen de lo necesario para cumplir cabalmente su función. La pregunta es: ¿A dónde va todo ese dinero "ahorrado"? Las evidencias hacen suponer que se emplea en cubrir las ayudas y becas que el Gobierno -es decir López Obrador- da a una vastísima clientela cuyo voto se asegura de ese modo para las elecciones próximas y para lo que en el futuro se ofrezca. Ahora que tanto se habla de moral cabe hacer otra pregunta: ¿Es lícito emplear los fondos públicos, los recursos obtenidos del trabajo de los contribuyentes, en acciones que pueden ser tachadas de tener un propósito político? En los pasados tiempos reprobábamos los usos y costumbres del PRI, que sistemáticamente desviaba dineros del erario para costear campañas y ganar elecciones. ¿Se hace hoy lo mismo bajo el disfraz de programas sociales? Los fondos que deben aplicarse a tareas para impulsar el desarrollo y progreso del País ¿se están usando para fortalecer el poder de un solo hombre y realizar sus planes? Y otra pregunta: ¿Cuál es la capital de Dakota del Sur?... Don Chinguetas le informó al mecánico: "El motor de mi coche hace un ruido como de castañuelas". Le sugirió el individuo: "¿Por qué no aprovecha para cantar 'El relicario' o "Doce cascabeles'?". El tipo aquél era enorme, corpulento, pesadísimo. En el acto del amor le pidió a la mujer: "Muévete". Replicó ella: "Pues bájate". La vedette presumió: "He estado en los mejores hoteles". "Es cierto -confirmó su compañera-. Una hora en cada uno". FIN.

            MIRADOR

                        Por Armando FUENTES AGUIRRE

            Me habría gustado conocer a don Aurelio de la Peña y Peña. Nacido en el Potrero de Ábrego se estableció en Saltillo, y luego en la Ciudad de México, por razón de sus negocios.

            Nunca perdió su traza de ranchero. En el Salón "Bach", cantina, un lechuguino hizo burla de su aspecto. Don Aurelio le calló la boca con una irrecusable bofetada. El sujeto lo retó a duelo y escogió el arma: Pistola.

            En el bosque de Chapultepec tuvo lugar el lance. El catrín hizo su disparo y no acertó. Don Aurelio apuntó el tiempo suficiente para que al tipo se le doblaran las piernas por el miedo y cayera de rodillas. Luego con su disparo le tumbó el sombrero de copa a uno de los padrinos del adversario, el que con mayor desdén lo había tratado.

            Y es que era consumado tirador. Alguna vez, en el Potrero, derribó a un gavilán en vuelo, y en otra ocasión perforó con su bala una moneda a 30 pasos.

            Me habría gustado conocer a don Aurelio de la Peña y Peña. Sabía disparar. Y sabía también que es mejor dispararle a un sombrero que a un hombre.

            ¡Hasta mañana!

MANGANITAS

Por AFA

"En peligro la agricultura"

             La frase es muy comedida

            para López Obrador.

            Debe decirse mejor:

            "En peligro la comida".        

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