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Entre educar o formar

¿Qué será más importante para el futuro de esa niña viéndola ya como abogada: Que sea buena conocedora del Derecho y de las leyes o que sea honesta?

Hace unos días, colocado sobre un pilar en una las salas de abordaje del aeropuerto de Guadalajara, vi un pequeño póster con la fotografía de una niña acompañada de un mensaje de grandes letras que decía “Si la educamos será abogada, su la formamos será honesta” (imagen adjunta). El texto mismo de ese mensaje da a entender lo que muchos consideramos como la diferencia entre educación y formación: Mientras educación se enfoca más a la transmisión de conocimientos, formación se aboca más a la siembra de conductas y valores en la persona. Antes de continuar con este hilo del tema, quisiera comentar que busqué si en otros países de habla hispana se entiende así el significado conceptual de “educar” y “formar”. Encontré que en un artículo de un autor español éste da a entender aparentemente lo contrario -o al menos se genera confusión- y el autor lo ejemplifica en un fragmento que dice “se puede ser exquisitamente educado, pero analfabeto y poseer una eminente formación académica y ser un maleducado” (Torres Giménez, Sergio; El Periódico de Catalunya, S.L.U., edición digital, 20 de Diciembre de 2011). Para abonar más a nuestra confusión, el Diccionario RAE define “formar” como “preparar intelectual, moral o profesionalmente a una persona o a un grupo de personas”, y por otra parte define “educar” como “desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales del niño o del joven por medio de preceptos, ejercicios, ejemplos, etcétera”. Así pues, si el mensaje del póster que viene en la imagen que aparece junto a esta columna fuese leído por alguien que tenga la misma idea de educar y formar como la entiende el autor del diario catalán pues podrá quedar al menos confuso. Bueno, pues este paréntesis sólo para advertir la posibilidad de una interpretación errónea del mensaje de aquel póster y dejar claro que lo que allí quiere decir con “educar” es la transferencia de información, conocimientos y habilidades para desempeñar algo, por ejemplo un oficio o profesión -en este caso la abogacía-, y por “formar” hace referencia a la transmisión de pautas de conducta y valores, en este caso la honestidad. ¿Qué será más importante para el futuro de esa niña viéndola ya como abogada: Que sea buena conocedora del Derecho y de las leyes o que sea honesta? La pregunta es, en realidad, ociosa. ¿De qué nos sirve una abogada que no tiene la información, conocimientos y habilidades para desempeñarse profesionalmente con aceptable eficacia? ¿Y de qué nos sirve una abogada de muy buenos conocimientos para su profesión si es deshonesta y supone el riesgo de torcer astutamente los recursos lícitos para hacerse con la suya y transarnos? ¿Para qué queremos un pediatra muy honesto si no tiene la pericia mínima para estudiar y diagnosticar a nuestro hijo? ¿Y de qué nos sirve un pediatra sabio si es negligente por pereza o desinterés? Lo importante es hacer las cosas que nos corresponden y hacerlas bien. A este propósito, comento que antier daba una clase de Bioética en la Escuela de Medicina de la Unison y explicaba cómo en la administración pública de la salud igual hay corrupción cuando se desperdician los recursos porque no se sabe cómo aplicarlos, o bien porque alguien se los echa al bolsillo. Una persona bien informada y bien formada sabe hacer lo que tiene que hacer y hacerlo bien; y a la vez no se aprovecha del empleador ni del usuario de su servicio.

Combustibles fósiles

La Comunidad Europea está por suscribir un compromiso formal para decir adiós a los combustibles fósiles en 2050, apenas 30 años más. Dependerán de los renovables. Adiós a la gasolina y similares, gas y carbón. ¿Y “Dos Bocas”? ¿Acaso vamos en sentido contrario?

Médico cardiólogo por la UNAM.

Maestría en Bioética.

jesus.canale@gmail.com

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