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El potencial de Segob

Por décadas, la Secretaría de Gobernación actuó como el resto de los ministerios del interior alrededor del mundo [...]

Por décadas, la Secretaría de Gobernación actuó como el resto de los ministerios del interior alrededor del mundo: Fue -en resumen- el brazo fuerte del Presidente para la supervisión de que la política del Poder Ejecutivo federal se llevara a cabo. Desde ahí se operaron las estrategias de gobernabilidad que pudieran dar estabilidad al País, durante las diferentes etapas del priismo hegemónico. En Gobernación, no sólo se dictó la política interna, sino también la exterior. No es casualidad que, por sexenios, el precandidato más fuerte siempre fuera el titular de esa secretaría; era el principal operador del Presidente. Lamentablemente, muchos políticos del viejo régimen confundieron gobernabilidad con represión, con espionaje, con utilizar al poder de manera abusiva e impune… y por ello se cometieron atrocidades como Tlatelolco, la “Guerra Sucia”, Acteal, etc.

Con el arribo de Peña Nieto, regresó también la “sabia asesoría” de impresentables personajes que se formaron políticamente con las lecciones de esa Segob descompuesta (o en las mazmorras de la Dirección Federal de Seguridad). Con esta óptica, no sólo se reintegraron a la dependencia todas aquellas facultades que con el paso del tiempo (y de la incipiente democracia mexicana) fue perdiendo… sino que se reforzó a la misma, con capacidades con las que no cuentan ni las vicepresidencias en otros países. Definitivamente vimos que el modelo no funcionó, quizá no tanto por su diseño institucional, sino por el profundo ánimo cleptómano que imperó en esa administración.

A partir de marzo del 2018, comenzaron a aumentar los indicadores que apuntaban a que ese sería el año más violento en la historia moderna del País (el 2019 será peor). Sin mayor complicación, el candidato AMLO y su equipo señalaron a los gobiernos prianistas como los culpables, al haberse alimentado la corrupción y la impunidad.

Pero la tesis, aunque correcta, era demasiado “simple” y necesitaba ser alimentada con los famosos “cómos”. A partir de ese momento y hasta diciembre, la violencia aumentó… y en cada lugar donde se presentó, el candidato y después Presidente electo siempre repitió en su homilía: Nuestra principal estrategia contra la inseguridad será atacarla desde su raíz social. El poderoso político tabasqueño eligió, de entre todos sus colaboradores, a nuestro paisano de Bavispe, para que repitiera el mismo mensaje. El futuro secretario de Seguridad Pública, en toda aparición pública, se enfocó más en dicha tesis que en el combate que -con la fuerza del Estado nacional- se haría contra la criminalidad. 

A mí me resultaba ambiguo que fuera este funcionario el encargado de ese mensaje, pues paralelo a la retórica, ya se sabía que la Segob sería despojada de todas sus facultades que tuvieran que ver con seguridad pública (incluidas las labores de espionaje, inteligencia y seguridad nacional) justamente para crear la nueva y poderosa dependencia en esa materia. Quizá eligió a Durazo -pensé- porque en corto le ha mostrado al Presidente habilidades como político y ve en él a un buen mensajero para estas acciones que serán, eminentemente políticas. Sin embargo, esa idea contrastaba con todo lo que se preparaba para la Ssppc: Sería pura y eminentemente policiaca/militar. Así fue, al grado que aquello que aquí se repitió en varias ocasiones terminó sucediendo: Ni siquiera se pudo colocar a un civil al frente de la Guardia Nacional.

Por otro lado, el funcionamiento de la Segob pasó a un lejano segundo plano. La ministra en retiro, si bien una figura respetable, aparece en escena como un adorno de lujo en el gabinete. Al principio, la dependencia cobró relevancia cuando se dieron señales en torno a un avance en la legalización de las drogas, pero fue sólo un chispazo. Después, durante la crisis que creó Trump, Ebrard tuvo la posibilidad de desplegar su potencial político al operar -siendo canciller- con todo poder sobre facultades de las secretarías de Gobernación (migración) y de Seguridad (Guardia Nacional).

Y regreso al punto central, el del potencial de Segob… donde a partir de severos problemas, existen tremendas oportunidades: Paralelo a todo esto que he descrito, la inseguridad ha ido en aumento; Durazo ya mejor declaró que vendrán tiempos peores… y nada serio ni eficiente hemos visto respecto a una política pública estratégica para atacar las raíces sociales que generan la inseguridad, nada para atender simultáneamente, miles de micro-regiones urbanas y suburbanas a lo largo del País donde impera la miseria, la marginación, la inseguridad, la violencia intrafamiliar, la insalubridad, la ignorancia. Todo ha sido un enfoque de comprar más patrullas y reforzar a los militares (disfrazados de GN). Presiento que con las dificultades actuales que atraviesa el Gobierno federal, y habiendo hecho un análisis del panorama (espero), podrían venir cambios importantes, empezando por una verdadera ejecución de política interna que, de manera transversal, coordine los esfuerzos que den aliento a esa tarea social que tanto urge al País. Esta es la gran oportunidad para inyectar vida y sobre todo utilidad a Segob. ¿Quién podría encabezarla?

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